Los populares saben que están en un buen momento para recuperar el terreno perdido en Cataluña que los dejó a punto de desaparecer en el 21. Ciudadanos está en un proceso de fagocitación del que no se recuperará en estas municipales y VOX no es lo que era. Ni siquiera Valents parece tener ninguna posibilidad de entrar en Barcelona y sus apuestas territoriales se limitan a recuperar candidatos, derrotados, de otros partidos. Con Casado el PP se quedó en las raspas en Cataluña y su legado ha desaparecido salvo por la testimonial presencia de Cayetana Álvarez de Toledo cerrando la lista de El Prat donde el partido no tiene representación. 

Por eso, los estrategas del líder popular han intensificado su presencia en estos meses y este fin de semana han dado el do de pecho. Feijóo en el Godó, Feijóo en la Feria de Abril, Feijóo en Castelldefels y Feijóo en Badalona. Bueno, en Badalona no estará el líder del PP. De hecho, en la campaña municipal con su “Badalonisme”, Xavier García Albiol ha eliminado de un plumazo las siglas. Quiere conseguir votos de todos los sectores ideológicos y la presencia de su líder no es de ninguna ayuda, más bien ayuda al rechazo de votantes de otros partidos que en las municipales no votan PP, votan Albiol. 

El terreno de juego de los populares nunca han sido las municipales. Ni en sus mejores momentos han tenido sólida presencia en los municipios, exceptuando cuando Alberto Fernández Díaz dio el campanazo en Barcelona con nueve concejales. Ahora, las mejores previsiones los sitúan en 4 y será todo un éxito que Daniel Sirera consiga un quinto. Solo Castelldefels se mantiene fiel al partido y con posibilidades. Los gurús populares sitúan a Manuel Reyes a 300 votos de la mayoría absoluta, según sus encuestas internas. Le pasa casi lo mismo que a Albiol que necesita un 1% más para consolidar su mayoría absoluta. En el resto de Cataluña el PP es un páramo. 

Sin embargo, en estos comicios algo ha cambiado. No es el catalanismo inteligente de Feijóo que duró lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio. El líder del PP no ha encontrado su brújula catalana, pero se siente seguro por el viento de cola en todas las encuestas y por la desaparición de sus contrincantes, que a su pesar le quitarán votos. Votos que no servirán para que Ciudadanos, VOX y Valents tengan representación, pero que restarán concejales claves a los populares. No es baladí que el líder de Ciudadanos de Castelldefels haya sido fichado por el PP. Se trata de taponar las fugas de agua. En Badalona, Albiol se basta y se sobra él solo para evitarlas. 

Entonces, ¿Qué ha cambiado? Siguiendo la estela de Bill Clinton diría “¡es la aritmética, estúpido!” Los populares saben que sus votos de Barcelona valdrán su peso en oro para discernir quién será el alcalde en la reñida contienda que se avecina. Pero, votar a favor de uno o en contra de otro tendrá un precio. Fuera de Barcelona. En concreto en Badalona y Castelldefels. Si no hay sorpresas, el PP ganará en las dos ciudades, pero sin mayoría absoluta no gobernará. Y ahí empezará el juego aritmético. Tener la alcaldía de Barcelona puede implicar perderla en Badalona y Castelldefels. Este es el Dragon Khan al que se enfrenta el PSC. Si gana Barcelona y necesita de los votos populares, se aboca a un cambio de cromos que le obligue a no formar una amplia coalición electoral que tumbe al candidato popular en Castelldefels o en Badalona. Lo peor, en las dos. El mejor escenario para los socialistas es no depender del PP en Barcelona para tener las manos libres, pero si necesita de los populares se abre un nuevo escenario en la política municipal catalana. El PP está recuperando parte de su fuelle y añoran que este escenario se repita en otras ciudades. No tiene demasiadas cartas, pero en la calle Urgell también miran a Tarragona. Ya saben, ¡es la aritmética, estúpidos!