Votar en Barcelona el próximo domingo es una tarea difícil si uno se toma la cosa en serio. Se presentan nada más y nada menos que 23 candidaturas, de las que una decena tiene posibilidades, en algunos casos remotos, de obtener representación. Cuatro --Comuns, PSC, ERC y Junts-- optan a la alcaldía, mientras que PP y Vox, Ciutadans y Valents, además de la CUP, se conforman con la pedrea. Y, si los hados son muy propicios y se produce un empate a varias bandas, pueden convertirse en el Manuel Valls de esta legislatura y acabar decidiendo quien es alcalde y, sobre todo, impidiendo que lo sea según quién.

Quien haya leído El amanecer de todo, de David Graeber y David Wengrow, habrá visto que una de sus tesis parece confirmarse día a día: la que sostiene que la identidad de los colectivos se produce más por la insistencia en lo que niegan que en lo que afirman. Esto ocurre, sobre todo, en los nacionalismos, que se configuran a sí mismos más como movimiento en contra, sobre todo de los vecinos, que por la definición de uno mismo. Pero el gusto por la diferencia se está extendiendo y afecta ya a agrupaciones de todo tipo. Desde el fútbol a la política. Quien tenga un poco de paciencia (y tiempo que perder) puede repasar los programas --en algunos casos es una forma de hablar-- de las diversas candidaturas que concurren en Barcelona para darse cuenta.

Muchos de estos supuestos programas se construyen directamente sobre el rechazo de alguna opción o de todas las demás. Cuando formulan propuestas, son de tal vaguedad que en ellas cabe todo. Hay candidaturas que, además, proyectan actuaciones que poco o nada tienen que ver con la gestión de la ciudad. Pero es igual, todo vale porque se contemplan las campañas electorales como escaparate publicitario del grupo o, a veces, de las personas.

Algunos ejemplos. Barcelona Ets tu, formación que encabeza Daniel Vosseler, se define más por el rechazo a Colau que por cualquier otra medida. Unidos por la Solidaridad, cuyo primer candidato es el ex socialista Julio Villacorta, se presenta como una formación de izquierda “sin nacionalistas”. JES (Justicia i Unió) sostiene en sus textos que es un “partido político con la única ideología de mejorar y garantizar el bienestar económico y social de las personas y de las empresas”, como si hubiera alguno que persiguiera lo contrario.

Entre los proyectos más sorprendentes está el partido Familia i Vida, que preside el empresario Josep Maria Clotet. En su presentación afirma: “Como era previsible, en este periodo, la entrada de radicales en el gobierno, nos ha traído el desembarco de la Eutanasia y de la Ideología de Género en su máxima expresión”. Asuntos todos ellos solucionables desde la alcaldía.

En fin, gente que mezcla la cosa divina con la humana, hay en todas partes. Ahí está el cura de Montroig del Camp, candidato por Junts. Debe de ser de la escuela que admite que se cuenten los votos de un remedo de referéndum frente al altar. Una garantía total de seriedad. Es de esperar que siga bautizando a los hijos de matrimonios del PP, aunque nunca se sabe. Esta gente de Junts, tan defensora de la amistad como Laura Borràs, es muy “nostrada”.

También lo son los de Somi que se presentan a sí mismos como “gente de casa”. No dicen si de casa buena o de casa mala, de propiedad u ocupada. Eso sí, hacen gala de cierta berza histórica. Anuncian defender la “tradición cultural y moral europea” a la vez que se oponen al capitalismo, que, de hacerles caso, habrá que pensar que es un invento africano. ¡Pobre Max Weber! En cualquier caso, ellos tienen claro que se constituyen a la contra. “Todo movimiento político necesita analizar quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos”, escriben en una especie de manifiesto. Y sus enemigos son “el gran capital y a la clase política ligada a él”. No se entiende por qué no han conseguido formar coalición con otras fuerzas a la izquierda de la izquierda como el Partit Comunista dels Treballadors de Catalunya, Els Verds-Alternativa Verda, el Partit del Treball-Democracia Efectiva-República Valenciana o la Alianza de la Izquierda Republicana de España. Tal vez para hacer más verosímil aquello que se dice de la izquierda: se reúnen tres en un piso y cuando salen hay al menos cuatro partidos. Si no, que se lo digan a Pablo Iglesias, que anda empeñado en fragmentar los fragmentos de la izquierda. Una izquierda de la que también se reclaman los de Nova Política, que pretenden liberar al pueblo entero de Catalunya del secuestro a que ha sido sometido por los políticos en ejercicio. Ellos, de todas formas, a diferencia de Escons en Blanc tomarían posesión del acta de concejal para poder estudiar mejor a los secuestradores.