Salvador Illa ha sido el gran triunfador de la noche electoral en Cataluña. El PSC gana en las principales ciudades catalanas, refuerza su poder en el área metropolitana, acapara la mayoría en la segunda corona metropolitana, gana en las cuatro diputaciones provinciales y vuelve a levantar la uve de victoria en muchas poblaciones de la Cataluña interior. Como dijo ayer noche, había que remontarse a 2007 para encontrar un triunfo similar en las municipales.

Sin embargo, esta victoria se vio empañada por Barcelona. Jaume Collboni ha obtenido un buen resultado en la capital de Cataluña, pero no ha ganado. Ha ganado Xavier Trías. Ha perdido Colau y ha perdido Ernest Maragall, dejando al PSC como primer partido de izquierdas en la capital catana. O sea, Collboni ha perdido pero puede ser el próximo alcalde. Es el que tiene más cartas para jugar.

A tenor de su intervención, Collboni jugará esta carta: el PSC es el partido más votado de la izquierda. La carta progresista liderando un gobierno de izquierdas con los comunes y ERC, pero con el PSC en el timón. Colau necesita mantener el poder en Barcelona porque su escaso poder se ha diluido mucho en estas elecciones perdiendo Sant Feliu de Llobregat y Montcada i Reixach. Y la ya exalcaldesa necesita recomponer sus fuerzas para iniciar su aventura madrileña. El acuerdo con los comunes no será fácil, pero no imposible.

La incógnita se sitúa en ERC. Con Maragall el acuerdo es un imposible. Cuestión de piel, pero con ERC sí es posible, pero siempre abriendo el tablero a otras ciudades, diputaciones y área metropolitana. Porque ERC necesita reeditar su hoja de ruta que ha quedado enfangada en estas elecciones con una sonora derrota en toda Cataluña y el fracaso de su eterna entrada en el cinturón rojo.

Si Colau y Maragall quieren un gobierno sólido y de izquierdas deberán acudir a Collboni. La derecha de Trias no suma con la derecha del PP de Daniel Sirera y, evidentemente, no se acercará ni por asomo a la ultraderecha. Por tanto, Trias solo ofrece un gobierno en solitario frágil e inestable. Collboni puede ofrecer otra cosa y el líder de Barcelona y el líder del PSC dejaron las puertas abiertas para forjar un gobierno progresista alejado de ciertas veleidades y dogmas que los comunes habían impuesto en estos años.

Colau y Maragall no serán alcaldes pero pueden jugar la carta progresista. En sus manos está porque ni Colau ni Maragall, ni comunes ni ERC, están en condiciones de entregar a la derecha el Ayuntamiento de Barcelona. Un coste demasiado alto a seis meses de las elecciones generales. Los comicios fueron de infarto hasta el último momento. Unas decenas de votos dieron la victoria al PSC sobre los comunes. De infarto también serán estos días hasta el 17 de enero porque la partida de Barcelona se jugará en diferentes escenarios. Colau y Maragall podrían hacer un gran favor a Barcelona: hacer alcalde a la lista de izquierdas más votada.

También Junts moverá sus piezas porque se juega su futuro en Cataluña. En el área metropolitana son irrelevantes y en muchas ciudades han perdido fuelle por su papel radical. Seguirá defendiendo Junts que no se pactará nunca con los del 155. Veremos como mueve pieza Trias que debe jugar dos partidas. La de Barcelona y la de Cataluña y la interna de su partido porque el caso Borràs sigue vivo, sigue ahí.