Una de las cosas positivas por las que puede ser recordado Mariano Rajoy son sus ocurrencias, a veces ingeniosas. Es el hombre de las frases absurdas, como aquella de que los catalanes hacen cosas, pero también de algunas definiciones muy acertadas con las que reflejaba la mentalidad de un hombre conservador, amante del orden y enemigo de los pensamientos demasiado elaborados; lo que en otra época de nuestra historia se entendía como un hombre de casino.
Fue él quien acuñó el término barullo para desdeñar a la agenda social de José Luis Rodríguez Zapatero en su primer mandato, demasiado sofisticada para alguien como él. También la aplicó después para referirse al Gobierno de Alexis Tsipras y su coalición de izquierdas, Syriza, que tanto protagonismo tuvieron en la crisis económica que se inició en 2008.
Me he acordado de Rajoy al oír cómo Pablo Iglesias acusaba a sus socios de Compromís, Sumar y Catalunya en Comú de vetar a Podemos en la formación de una candidatura electoral para el 23J. Y también me lo ha recordado la noticia de las conversaciones paralelas de Podemos con ERC de cara a los mismos comicios, difundida por los comunes. Quedan tres días de plazo para ponerse de acuerdo y pierden el tiempo haciendo ruido con maniobras de patio de colegio.
Yolanda Díaz, más discreta, debe estar contenta con los resultados de su estrategia. No concurrir el 28M y dilatar la negociación con Podemos le permite ahora tratar de tú a tú a un partido que ha desaparecido en Madrid y Valencia y que en Cataluña se circunscribe a Ada Colau. (Quizá se refiere a eso el exvicepresidente, aunque lo diga con palabras tan belicosas.)
Mientras tanto, Xavier Trias juega sus cartas en silencio para hacerse con la alcaldía de Barcelona por incomparecencia del adversario. Los 11 concejales que ha obtenido le permitirán hacerse con la vara de mando el próximo día 17 si cada grupo vota a su candidato y no hay una suma alternativa. ERC no contribuirá a construirla: ha pasado de ser la primera fuerza en Barcelona en 2019 a ser la cuarta, justo lo contrario que los neoconvergentes. No está para barullos.
Si algún grupo se sale del guion será el PP, y no lo haría precisamente contra Trias porque tampoco está para líos.