Hace ahora casi dos años publicaba un libro con este título “Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve”. Viene a cuento porque Jaume Collboni lo ha puesto en práctica en estos días con una dosis añadida “hacer que las cosas pasen” y no limitarse a “dejar que las cosas pasen”, la máxima de Iván Redondo. 

Ernest Maragall ha fracasado dos veces. En las elecciones donde recibió un sonoro correctivo y en la consumación de su venganza dejando al PSC fuera de la alcaldía. Espero que este segundo fiasco sea definitivo para que deje el acta de concejal. Xavier Trías ha cometido un error de bulto al no acceder a pactar con los socialistas una alcaldía por dos años. Pensaba que era imposible que PSC, Comunes y PP encontraran un punto de encuentro. Ahora tiene además la Diputación más lejos porque los actores del pacto de Barcelona tienen mayoría absoluta garantizada en la entidad supramunicipal. Maragall y Trías han dado por hecho muchas cosas. Collboni, con la inestimable ayuda de Salvador Illa, no. Tenían que actuar y si no actuaban perdían. Y otra cosa peor, han escenificado su acercamiento de forma evidente. Y hacerlo ha abierto puertas a sus adversarios. 

Collboni estuvo callado hasta el jueves de esta semana. Fue Laia Bonet la encargada de decir no al movimiento a la desesperada de Colau que proponía un reparto de la alcaldía a las tres fuerzas de izquierda. El menosprecio de ERC a su propuesta, y el no del PSC, dejaron claro a la ya exalcaldesa que su papel no iba a ser protagonista. Illa y Collboni empezaron a trabajar con una consigna “haz que pase”. Movimientos en Madrid y Barcelona y, sobre todo, discreción. El jueves último planteamiento: petición del voto a Colau y su entrada en el Gobierno. Algunos pensaron que el socialista se cerró puertas, pero sucedió lo contrario. Se las abrió. Daniel Sirera dijo que el PP no daría sus votos a un gobierno de coalición. Colau empezó a recibir llamadas desde Madrid para que apoyara a Collboni sin condiciones. Que sumar se presentara a unas elecciones el 23-J haciendo alcalde a Trías era el peor de los compañeros de viaje. Illa supo que teclas tocar en Madrid para que esas llamadas se produjeran. 

En el PP las presiones se multiplicaban. En Barcelona y en Madrid. Feijóo y Sirera mantenían contacto continuo. El PP tampoco podía hacer alcalde a Trías. Se imponía el modelo Vitoria como decían el sábado por la mañana en la sede de Génova, modelo que dio la alcaldía a una socialista para cerrar el paso a Bildu. Era el mejor antídoto para contrarrestar los pactos con Vox. Elías Bendodo lo verbalizaba el viernes “ya verán como el PP es capaz de pactar con todo el mundo”. La profecía se cumplió. 

Jaume Collboni ha aplicado otra máxima de la comunicación y la estrategia política “no decir más de lo necesario”. Suspendió una visita a Madrid el miércoles porque no tocaba explicar lo que no se debía explicar. Esta semana hará esta visita a la villa y corte como flamante nuevo alcalde de Barcelona. 

Salvador Illa ha dado un paso de gigante en su estrategia para que el PSC pueda gobernar la Generalitat. Ahora tendremos días de ruido porque la sorpresa es mayúscula, pero tras la tormenta llegará la calma. Collboni, y también Illa, tendrán que dar garantías de trabajo serio al mundo empresarial que no veía con buenos ojos un gobierno con Colau y, por ende, despreciaba la candidatura de Collboni. Sin embargo, este mundo contaba con la retirada de los Comunes que dejaba el camino explícito para el apoyo de los populares. Ya saben, como dice Iván Redondo la política es el arte de lo que no se ve.