Daniel Esteve (Barcelona, 1970) atisbó una oportunidad de negocio que le llevó a crear su propia empresa, Desokupa, en 2016. Todo giraba en torno a la ley de la oferta y la demanda. El ciudadano al que le okupaban su residencia se encontraba con que la ley y el orden no acababan de funcionar a la hora de devolvérsela tras expulsar a los intrusos. Ante tan molesta situación, el señor Esteve le ofrecía los servicios de su compañía, permanentemente instalada en un limbo legal, y enviaba a sus muchachos a tener unas palabritas con los okupas de turno, a los que les bastaba con ver la jeta y la envergadura de los alegres muchachos de Desokupa para desaparecer en busca de un terreno más fértil. En el 2022, Desokupa aseguraba haber llevado a cabo unos 7.000 desalojos, y hay que decir en su descargo que nunca hubo muertos ni heridos en las razzias de los chicos de Dani. El subtexto de todo el asunto podría enunciarse de una manera parecida a ésta: “Considérenos un servicio de exterminio de cucarachas adecuado a la raza humana. ¿Se le han colado bichos en casa?: ningún problema. Nosotros los echamos a patadas, si hace falta, pero suele bastarnos con dejarnos ver y que los sujetos molestos se hagan una idea de los posibles peligros para su integridad física si se ponen farrucos. Precios a convenir. Visa sí”.

INEFICACIA DE LA JUSTICIA

Casi todos teníamos claro que una empresa como Desokupa no existiría si la justicia cumpliera con su obligación de una manera que todo el mundo pudiera entender. Pero no es de extrañar que surgiera para resolver, puede que de manera alegal, problemas ciudadanos. Un sector de nuestro progresismo, eso sí, se manifestó ipso facto contra Desokupa y su líder, a los que acusaban de matones, de fachas y de pasarse las leyes por el forro (aunque dichas leyes fuesen un fistro diodenal para el sufrido okupado). Últimamente, como no teníamos bastante con los biempensantes de toda la vida –o sea, los de derechas-, hemos sumado al colectivo a los biempensantes de izquierdas (o que creen serlo), con lo que el número de pelmazos ideológicos en Barcelona se ha duplicado: la administración Colau ha sido un buen ejemplo de lo que hacen los biempensantes que se consideran de izquierdas.

Que no cuenten conmigo, pues, para demonizar a Desokupa: no es que me muera de ganas de irme de copas con ellos, pero entiendo que se recurra a sus servicios cuando la justicia te deja compuesto y sin casa basándose en unas leyes que nadie entiende, pero que hay que acatar si no quieres que los biempensantes de izquierdas te consideren una basurilla humana de extrema derecha. Frente a los ataques a Desokupa, yo creo que el señor Esteve debería haber seguido a lo suyo, haciendo oídos sordos a los que le ponían de vuelta y media, en vez de venirse arriba y hacerse notar, que es lo peor que se puede hacer cuando estás al frente de un negocio que no es legal ni ilegal, sino todo lo contrario. Con la empresa que dirige, Daniel Esteve debería haberse dado cuenta de que el elemento fundamental de su permanencia en el mercado es la discreción. Se trataría, pues, de pasar lo más desapercibido posible, proceder a los desalojos con rapidez y eficacia y seguir el consejo de Woody Allen en su película Toma el dinero y corre.

DESOKUPA, A LA MONCLOA

En vez de eso, el amigo Dani, imbuido de auto importancia, lleva cierto tiempo dejándose ver demasiado (con lo que le asoma el plumero de extremista de derechas), lanzando desafíos públicos a la autoridad, por lamentable que ésta nos parezca (solo le faltó citar a Ada Colau en el OK Corral para un duelo a muerte) y llegando al extremo hace unos días de colgar en Madrid una lona que enviaba a Pedro Sánchez a Marruecos e informaba de que Desokupa ha puesto rumbo a la Moncloa. ¿Bravatas que no llevan a ninguna parte? Probablemente, pero yo diría que letales para el negocio. Por no hablar de que al señor Esteve se le ha subido la fama a la cabeza y parece aspirar a entrar en política, que es lo que menos le conviene a su empresa, que hasta ahora tiene el aspecto de ser un negocio bastante saneado.

¿Apuntarse a la ley de la oferta y la demanda? Ningún problema. ¿Subirse a la parra como supuesta síntesis de campeón de la ley y el orden y súper héroe de la Marvel? Pues casi mejor que no. Vamos a ver, Dani, el curro te funciona gracias a la tontería y la inoperancia de la justicia española. Ese curro es de una legalidad un tanto dudosa. Te conviene pasar desapercibido (perdona la comparación, pero la discreción ha sido siempre una constante de la mafia, entidad que también se dedica, a su manera, a imponer la ley y el orden de la forma más conveniente para sus intereses). Como te dé por fundar un partido político porque se te ha ido la flapa y quieres ser alcalde de tu ciudad o presidente de tu país, te van a crujir. Recuerda lo que pasó con Gil y Gil: mientras era un especulador y un mangante, la ley lo dejaba en paz; en cuanto fundó su propio partido, el GIL (Grupo Independiente Liberal), se metió en política y llegó a alcalde de Marbella, los políticos profesionales se lanzaron sobre él a degüello (y había material de sobra para empapelarlo).

Hazme caso, Dani. Tú sigue con lo tuyo y haz como el Caudillo: no te metas en política.