La ambigua actitud de Barcelona en Comú ante los problemas de seguridad, como la de Podemos y otras formaciones a la izquierda del PSOE, ha facilitado que se les asocie al crecimiento de ciertos delitos, que se les acuse de tolerancia frente a las okupaciones, el comercio de los manteros o la invasión impune de los espacios públicos.
Por eso es frecuente encontrar informaciones en algunos medios que subrayan la disminución de cierto tipo de crímenes, pese a que las cifras indican que el crecimiento es notable y, sobre todo, que la sensación de inseguridad entre los ciudadanos no para de aumentar.
Esos medios consideran que los barómetros reflejan los miedos inculcados interesadamente por la reacción y sus tentáculos mediáticos, y tienden a compensarlo con informaciones tranquilizadoras.
Es evidente que los datos se pueden manipular, pero también existen datos objetivos: las denuncias presentadas por infracciones contempladas en el Código Penal, por ejemplo. En Barcelona, han aumentado un 21% en el primer trimestre del año. Se puede interpretar de distintas formas, sí, pero ninguna positiva, ni siquiera neutra.
No es una casualidad, y tampoco una manipulación, que la inseguridad aparezca como la primera preocupación de los barceloneses en el barómetro municipal. ¿Es un invento que la limpieza ocupe el segundo lugar y el acceso a la vivienda el tercero?
¿Es resultado de una conspiración que la gente esté más preocupada por la saturación turística de Barcelona que por el paro? No, en absoluto. Solo es lógico. La tasa de desempleo en la ciudad era del 8% en el primer trimestre del año, y en estos momentos, cuando la media española es del 11,7%, puede que esté por debajo.
Antes de la crisis de 2008, se consideraba que el pleno empleo en España se alcanzaba cuando la tasa de paro oficial rondaba el 14%. Entonces, en Estados Unidos estaba en el 5% porque el mercado de trabajo norteamericano era mucho más eficiente que el español.
Hace un par de domingos La Vanguardia preguntaba a Pedro Sánchez con qué España soñaba. Un país con pleno empleo, con una tasa de paro estructural del 8%, decía el presidente en funciones. Pues, eso. El paro no preocupa en Barelona porque es residual; pero sí la inseguridad, que está en la calle.