Ada Colau ha dejado de ser alcaldesa pero sigue ahí. De concejal. Pero lo peor es que Barcelona sigue reviviendo los coletazos de su gestión. Los barceloneses tienen que pagar los abogados que defienden al exconcejal Badia hoy diputado de Sumar por el fiasco de Tersa. Laia Bonet ha tenido que ponerse flamenca con las concesionarias de limpieza que no hacen bien su trabajo, porque estaban acostumbradas a no hacerlo bien, y les ha impuesto una multa. Los vendedores siguen deambulando a sus anchas y es una asignatura pendiente del consistorio. Y, la guinda del pastel: la justicia ha tumbado la peatonalización de Consell de Cent

El varapalo es descomunal no porque no le guste al juez sino porque suponen una modificación del Plan General Metropolitano realizado de manera encubierta. Veremos como acaba la película que tiene continuidad en Via Laietana y en otras zonas de la ciudad como la calle de Girona. A eso deberíamos añadir carriles bici sin sentido como el de Vía Augusta, que provocan un colapso monumental a diario o en la avenida Meridiana. 

El sectarismo y totalitarismo de los comunes ha llevado a Barcelona a su propio laberinto. Los coletazos de la obra y milagros de Colau se van a convertir en un dolor de cabeza para el alcalde Collboni, pero también puede ser una oportunidad para reiniciar, hacer un reset a una ciudad que se ha ido enfangando en los últimos años. 

El consistorio dirigido por Collboni debe aprovechar la sentencia judicial para desarrollar un nuevo plan para Barcelona consensuado con los ciudadanos y comerciantes. Cierto que la sentencia debe ser recurrida y el ayuntamiento la debe recurrir para ganar un tiempo precioso para rediseñarla. Collboni hasta ahora va paso a paso, piano, piano, dirían los italianos para limitar los efectos perniciosos de una gestión municipal que es perfectamente mejorable. El alcalde no está dando palos de ciego, sino que va asumiendo los retos con prudencia. La sentencia judicial, que llega tarde como siempre, debe convertirse en un acicate para limitar el impacto negativo. 

Un impacto que se empieza a notar en los inquilinos. Los vecinos que viven de alquiler en las calles peatonalizadas son las primeras víctimas de subidas desorbitadas que les obligan a cambiar de vivienda en calles con circulación. Es la primera gran consecuencia que los happy flores de los comunes no tuvieron en cuenta. Nunca pensaron más allá de la consigna, de su consigna. Los ciudadanos no eran los destinatarios, fueron los perjudicados. 

Se antoja compleja dar vuelta atrás y el coste promete ser elevado, pero el consistorio debe buscar alternativas. Cumplir la ley lo primero, garantizar la movilidad en segundo lugar, y preservar el medio ambiente. Las tres variables son compatibles. La guerra contra el coche es una majadería, pero abrir las puertas a la reducción del vehículo privado es inevitable, pero no eliminándolo de la ciudad sino buscando alternativas de movilidad. Empezar la casa por el tejado nunca ha sido recomendable. 

La sentencia ha visto la luz pero Colau sigue escondida. Agazapada. Su intención no es continuar en Barcelona como regidora. Tiene mayores aspiraciones que la sitúan en un ministerio si se repite el pacto de izquierdas. Llámenme egoísta, pero la prefiero ministra para que no siga poniendo palos en las ruedas. Bastante tenemos con su herencia.