Nos dijeron que el urbanismo táctico era una solución, una buena solución, para reducir la contaminación en la ciudad. Visto lo visto, nos vendieron un cuento chino. Simplemente no es cierto. Para muestra un botón. La entrada en Barcelona por la Vía Augusta es un auténtico caos cotidiano desde que finalizó la instalación del carril bici y se redujo el espacio del coche. 

Miles de ciudadanos del Vallès entran cada día desde los Túneles de Vallvidrera para desembocar en la Vía Augusta. Hasta ahora el colapso se centraba en el enlace con la ronda de Dalt, que se resolvía de una forma aceptable con la regulación del tránsito regulado que dejaba un carril libre para entrar en Barcelona. Las retenciones se limitaban a la salida para la ronda, fundamentalmente en dirección Llobregat, donde una buena parte de estos ciudadanos tienen su lugar de trabajo. Estos “malos ciudadanos”, “irresponsables” y “no solidarios con el medio ambiente” utilizan el coche, sí, fundamentalmente porque no tienen otra forma de llegar de su casa al trabajo so pena de aumentar el tiempo de traslado de forma exponencial, dado que las conexiones de transporte público entre el Vallès y el Baix Llobregat son una entelequia. No existen. 

Desde la puesta en marcha del carril bici de la ronda, el caos se extiende a la entrada de la ciudad. De los tres carriles existentes han quedado dos, y en todo el trayecto se reduce a uno porque la parada de los autobuses bloquea el carril derecho. Bicis apenas se ven, pero el carril ahí está. Para más inri, los pasajeros de los autobuses tienen ir con ojo cuando suben al vehículo porque la parada está invadida por el carril bici. Un trayecto que en un momento de duro atasco podía realizarse en un máximo de 30 minutos, desde los Túneles al cruce con la ronda del Mig, ahora puede superar la hora. En este tiempo, cientos de vehículos echan sus gases en la ciudad sin solución de continuidad. Por cierto, la cosa se complica a medida que se entra en la ciudad. Los carriles se convierten en “el carril” hasta llegar a la calle Balmes. El fiasco aumenta y casi son héroes los que consiguen llegar hasta ahí sin dejarse los nervios en el coche. Todos estos coches también suplen la complejidad de un transporte público que ciertamente existe, pero que aumenta el tiempo de traslado. No es lo mismo hacerlo en coche que en transporte público al que hay que añadir en muchos casos una buena caminata. 

No hay que darle muchos rodeos a la cosa. El urbanismo táctico de la Vía Augusta —incluidas las salidas, como por ejemplo la que desemboca en la calle de la Reina Elisenda— es simple y llanamente una mierda. Sin miramientos pongo este calificativo. Esta semana los colapsos no solo se mantienen, sino que aumentan —los colegios han acabado de poner la guinda en el pastel de la incoherencia— porque muchos usuarios se pegan un madrugón para evitar la caravana, pero como este regate lo quieren hacer muchos el resultado es que las colas empiezan antes. Colas, ruido y contaminación es el resultado de un proyecto ideado en un despacho por personajes que no viven en Barcelona, y muy probablemente no han tenido que fichar a las ocho de la mañana. 

¿De verdad piensa el consistorio que esta es la solución? El ejemplo de la Vía Augusta puede generalizarse por toda la ciudad. Desde la Zona Franca hasta la Meridiana, pasando por la anulación de Consell de Cent, que complica la salida sur. Le pido encarecidamente al alcalde Collboni que ese replanteamiento se haga rápido. Luchar contra la contaminación, promover una ciudad más sostenible no se consigue con una lucha contra el coche. Así sin más. Se consigue con mejor transporte público y haciendo compatible la movilidad de los vehículos. Colapsar el tráfico no va a convencer a los usuarios del coche para dejarlo porque para muchos de ellos dejar su vehículo implica aumentar en más de una hora el tiempo de traslado. Eso sin contar que dónde dejar el coche para utilizar el transporte público es una odisea en muchas poblaciones.

Le propongo al alcalde que se suba a un coche a partir de las 7:30 de la mañana desde Sant Cugat o Rubí. Que intente llegar a la plaza Sant Jaume. Si llega a las nueve podrá publicarlo en el libro Guinness. Me juego un buen almuerzo. ¿Esta es la solución medioambiental? Lo dicho, un cuento chino, o dicho en catalán que me parece una expresión preciosa: un sopar de duro.