En un piso del barrio del Besòs, siete vecinos esperaban a un invitado de excepción. El invitado llegó a la hora de cenar pertrechado con lo que acababa de comprar en un bar del barrio. Jaume Collboni cenó con esos vecinos, sin vinculación con el PSC, para hablar de la ciudad, pero sobre todo para escuchar sus inquietudes. No había cámaras de televisión inmortalizando el momento. Solo el alcalde con los vecinos. Al salir tuvo que pararse a charlar con otros vecinos de la escalera que también querían compartir sus aspiraciones y quejas al primer edil.
Así finalizó Collboni una jornada de trabajo en el distrito de Sant Martí. No era una jornada normal. Fue un día laboral fuera de la sede del Ayuntamiento en la plaza de Sant Jaume, porque el alcalde piensa trasladar la alcaldía a los barrios. Lo hará una semana cada mes. Junto a Collboni una buena parte de su equipo de alcaldía abandonará la plaza de Sant Jaume para instalarse en un distrito acompañándolo. El primero fue el distrito de Sant Martí. El próximo mes le tocará el turno al de Sant Andreu. Toda la actividad del consistorio cambiará el epicentro porque ciertamente una virtud de un alcalde es la proximidad y Collboni está dispuesto a demostrarlo saliendo de la burbuja que lo puede alejar de la realidad cotidiana.
Me ha sorprendido Collboni. Para bien. El alcalde mantendrá su agenda habitual. De hecho esta semana Collboni entregó la Medalla de Oro al Mérito Cultural a la familia del gran Francisco Ibáñez. No lo hizo en Sant Jaume, sino en la Biblioteca García Márquez. En estos días, reuniones con entidades, vecinos anónimos, grupos de emprendedores o incluso un desayuno en un mercado municipal con entidades centenarias, nada más y nada menos han jalonado su agenda. Y no solo esto, la habitual reunión de la comisión de Gobierno se celebró en dependencias municipales del barrio o inaugurar el inicio de obras del nuevo CAP del Besòs junto al conseller de Salut, donde la Generalitat pone el equipamiento y el Ayuntamiento el suelo.
Creo que la iniciativa es interesante. Interesante porque salir de la plaza de Sant Jaume implica salir de una burbuja -de la que no salieron ni Colau ni Trias-, es pulsar el estado de salud de la ciudad, hablar cara a cara con los barceloneses y conocer sus inquietudes. Es acercar el gobierno municipal a la ciudadanía. Y eso nunca es una mala idea, y no perjudica a la agenda habitual del alcalde que puede cumplirla sin problemas en los barrios de la ciudad.
Sant Martí ha sido el primero pero el alcalde pasará por todos los distritos de la ciudad. Ha empezado en Sant Martí, barrio que Collboni conoce bien, porque es su barrio, su lugar de residencia. Le seguirán todos en una suerte de “el alcalde nos visita”. Ya lo hizo cuando Collboni construía su candidatura. Una tarde a la semana se reunía con gremios, vecinos, comerciantes, emprendedores, trabajadores. No para hablar y dar la chapa, sino para escuchar. Al alcalde, entonces candidato, le acompañaba una libreta donde tomaba notas. Ahora, como alcalde, sigue con su inseparable libreta donde anota todo lo que le plantean los ciudadanos de Barcelona.
No salir de Sant Jaume dejó a Trias sin alcaldía. Y no salir de Sant Jaume y vivir en su mundo, dejó a Colau sin la vara de mando. Collboni sabe que tiene un gobierno débil, en minoría, y está buscando su fortaleza en la calle. Es una buena idea, pero Collboni tiene que completarla con la gestión y afrontar la reversión de algunas de las perversiones de la gestión de su antecesora. De momento, bienvenida esta iniciativa.