Fernando Adolfo Enrique, conde de Zeppelin, dijo que «el futuro es de las aeronaves» en 1894, cuando creó la Gesellschaft zur Förderung der Luftschiffahrt, o Sociedad para la Promoción de las Aeronaves. Con el entusiasmo de esas personas con un objetivo en la vida, el señor conde consiguió que su invento levantara el vuelo por primera vez el 2 de julio de 1900. El LZ (Luftschiff Zeppelin) 1 demostró que un aeróstato dirigible con una estructura rígida era factible. Desde entonces, a los dirigibles los llamamos familiarmente zepelines, voz aceptada por RAE, aunque un zepelín de verdad debería tener una estructura rígida para merecer ese nombre.
La empresa del conde Zeppelin también acabaría construyendo aeroplanos y diseñó la aerodinámica de automóviles y locomotoras extremadamente futuristas en las décadas de 1920 y 1930, pero sus zepelines eclipsaban a todos esos alardes técnicos. El LZ 127 Graf Zeppelin fue la primera aeronave en dar la vuelta al mundo en agosto de 1929 y durante su vida útil recorrió 1.700.000 km en 590 vuelos comerciales. Los dos últimos zepelines, el LZ 129 Hindenburg y el LZ 130 Graf Zeppelin II, medían 245 metros de largo y tenían un volumen de 200.000 metros cúbicos, una barbaridad.
Muchos años después, el Airlander 10 mide 92 metros de largo y tiene un volumen de 38.000 metros cuadrados. No es estrictamente un zepelín, sino un dirigible semirrígido. Tampoco tiene forma de huso, pero le llamaremos zepelín lo mismo. Es tan rápido como sus antepasados y alcanza los 150 kilómetros por hora de velocidad máxima; de ahí no pasa. Eso sí, gasta muchísimo menos que un avión con la misma carga, entre un 80% y un 95% menos. Además, se está probando una versión con motores eléctricos. También puede cargar con 10 toneladas de carga y si hablo de él es porque ha sido el modelo escogido para servir en una línea de pasajeros entre Barcelona y Mallorca, si Dios quiere, en 2026.
Air Nostrum lleva algunos años dándole vueltas a una línea regular Barcelona-Palma de Mallorca para zepelines. Su ambición es disponer de una flota de diez aeronaves como punto de partida, que ofrecerían servicio desde Barcelona y quizá también desde Valencia. Ofrecerá viajes en zepelín para quien pueda permitírselo, porque no serán baratos. De hecho, se publicitan como una oferta de lujo.
No es la primera vez que las notas de prensa sobre este proyecto llegan a la prensa. Llevan dos o tres años dejándolas caer con cuentagotas, para crear expectación. A mí me la han creado, desde luego, porque me chiflan los zepelines. Si conseguimos que Barcelona sea una ciudad de tranvías y zepelines, seré un poquito más feliz. Me hace ilusión.
Me dirán que una línea regular de zepelines es una insensatez o algo esperpéntico. También dicen lo mismo del tranvía. ¡Gente de poca fe! En cambio, aseguran que alargar la pista del aeropuerto del Prat hacia los humedales de la Ricarda sobre pilones, para no molestar a los pajaritos ni fastidiar el espacio protegido es una idea sensata. Alguien en la comisión de expertos (ejem) de Foment del Treball ha leído demasiados inventos del TBO y ha contratado al profesor Franz de Copenhague. ¡Por favor!
Que no es pequeña, la parte sobre pilones encima de la Ricarda, que tendría 300 metros de largo por 200 metros de ancho. De hecho, es lo que se quería hacer para construir la famosa tercera pista sobre el mar, pero tierra adentro. No sé qué pensarán las aves acuáticas a tener que volar por el interior de una bóveda tan grande, pero el Port de Barcelona ya ha puesto el grito en el cielo porque los aviones pasarían por encima de unos depósitos de combustible enormes y si alguno se nos cae, lía la de Dios es Cristo.
En fin, que la ampliación del aeropuerto de Barcelona está muy verde todavía. El verdadero problema es para qué queremos la ampliación. Si es para acoger docenas de vuelos charter que nos llenarán las calles de turistas que se ponen ciegos de sangría barata y se mean por las esquinas, pues para eso están los de Reus y Girona, más cerca de Salou y Lloret, respectivamente. Si es por no sé qué de un hub, deben de estar muy seguros de que Barcelona será un centro de conexión importante de vuelos de larga distancia para los aviones más grandes, porque eso es un hub. ¿Seguro que existe esta demanda? ¿Para qué queremos un hub? ¿Seguro que el hub es la respuesta? Lo pregunto porque quiero saber.