El nuevo Ayuntamiento de Barcelona ha rechazado auditar las tropelías de Colau cuando fue alcaldesa. Argumento y excusa: “Es demasiado complejo”. De este modo se evita controlar y dar a conocer las compras de pisos, subvenciones y los casos judiciales perdidos, entre otras irregularidades y presuntos delitos pendientes de juicio. Y aunque el poder municipal ha cambiado de manos, el obscurantismo, la falta de transparencia y de información continúan. De aquí el desapego de quienes opinan que todos los políticos son iguales o demasiado parecidos cuando tocan poder. En este caso, no puede descartarse que en algunos asuntos más que turbios hubiese complicidades con algunos socialistas durante aquel aberrante bipartito. Sea como fuere, la petición de una auditoría, que presentó la Asociación de Vecinos Independientes Solidarios (AVIS) del Barri del Bon Pastor, ha sido rechazada porque “supone un examen demasiado detallado”. De esta respuesta se deduce que en el Ayuntamiento no hay ganas de trabajar demasiado, ni de limpiar bajo las alfombras, ni de esclarecer asuntos pendientes heredados del anterior mandato, ni de renunciar al corporativismo del funcionariado. Se trata de cubrirse las vergüenzas unos a otros. Es la ley del silencio. La omertà, en italiano mafioso.

¿Tan difícil es respetar el Derecho a la Información Pública sobre compras, subvenciones o indemnizaciones? Silencio. Y quien calla otorga que presuntamente se pagaron precios por encima de mercado y otras malas prácticas. Porque no hay ni una relación de solares municipales, ni estudios económicos y fiscales de las subvenciones otorgadas a entidades, okupas y empresas amigas de Colau, ni de los gastos, daños y perjuicios causados en sus pleitos perdidos… Una ventaja de los vecinos es que son tenaces, desconfiados, resabiados y con mucho tiempo libre. Así que recurrirán a la ominosa actitud municipal. Saben, sin embargo, que la casta de los privilegiados no suele corregirse porque siempre creen tener razón. Con sus tres efes de fanáticos, fervientes y fundamentalistas como fueron y son, los adalibanes que quedan nunca darán explicaciones de lo que hicieron y hacen y se irán de rositas. Ejemplos: ¿cuántos enchufados a dedo Colau siguen en sus puestos? ¿Siguen cobrando del Ayuntamiento los más sonados casos de nepotismo y amiguismo? ¿Cuántas mentes privilegiadas ¿Cuántas mentes privilegiadas procedentes del Observatorio Desc de Alí Babá, Boye, Asens y otros sospechosos habituales siguen recibiendo subvenciones? ¿Se prescindirá de los colocados a dedo procedentes de puertas giratorias? ¿Qué palabras se borrarán del anticuado léxico moral de los comunes? Tupido velo.

Con o sin Colau, el Ayuntamiento se autodenomina progresista, aunque su omertà y su secretismo sean más propios de sistemas retrógrados y autoritarios. Por eso ahí su afición a tergiversar con nombres bonitos las cosas feas. Como el amiguismo, el nepotismo, el sectarismo, el ocultismo, la malversación y otras prácticas tan comunes entre los comunes. Collboni y sus equipos tienen ahora la oportunidad de soltar lastre, desparasitar la sala de máquinas y enderezar el rumbo a una ciudad mejor y más clara. Pero de momento han desperdiciado una buena ocasión. Mientras, los dos mil vecinos contra Colau se olvidan de cumplir años y exigen que se cumplan sus sueños.