Un amigo, que también se llama Luis, me descubrió una noticia que ha causado mucha polémica en Italia. En mayo de 2019, Bansky hizo un grafito en la pared de un palazzo veneciano. Se celebraba la Bienal del Arte de Venecia y el artista quiso llamar la atención denunciando el trato que se da a los inmigrantes en Europa, las muertes en su tránsito por el Mediterráneo, las mafias, los abusos… Bansky sabe sacarle punta al lápiz y llamar la atención cuando le conviene.
Naturalmente, Bansky pintó «El niño náufrago» sin pedir permiso, de forma ilegal. Aunque cometió un acto vandálico, sus grafitos se consideran obras de arte por la crítica y el mundo artístico en general. Se han llegado a pagar millones, en plural, por algunos de sus grafitos. En una ocasión, el comprador se llevó literalmente la pared en la que Bansky había pintado el grafito, dejando un muro con un agujero enorme a su paso.
A lo que íbamos. Las autoridades venecianas han decidido restaurar «El niño náufrago». Está a ras del agua y merece una limpieza. Entonces surgió la polémica entre italianos. ¿Debía repararse lo que, a fin de cuentas, era un acto vandálico? Dejemos a un lado qué es arte y qué no, para evitar los improperios de gente carranclona apegada desesperadamente al arte figurativo y la cursilería. El hecho es que las autoridades venecianas no han dudado e interpretan que lo hecho por Bansky en Venecia es una obra de arte que merece ser preservada.
En esta polémica, sírvanse ustedes mismos. Lo de menos es que Bansky nos guste o no nos guste. Digamos que es arte porque se ha reconocido como tal, punto. Ahora bien, es una obra que, por su propia naturaleza, es efímera. Cuestionamos si entonces merece ser salvada. Pero, ojo, la obra se ha ejecutado sin permiso en la vía pública. Es el resultado de un acto vandálico. Nos movemos en una zona de grises que no admite el blanco o negro. Que el vandalismo está ahí y es un asunto serio, no lo niega nadie; que ensucia la ciudad y la propiedad pública, tampoco; pero que existen grafitos y obras de Street Art que merecen nuestra atención, también hay que decirlo.
Los grafitos ya eran habituales en la antigua Roma. Grafiti, o grafito, ambas formas aceptadas por la RAE, viene del italiano, de graffiti, plural de graffito, que es el término que empleaban los arqueólogos para describir las inscripciones incisas en un muro. El grafiti moderno toma prestada esa palabra para describir un movimiento espontáneo, una subcultura de naturaleza urbana con muchos padres y madres que comenzó a definirse en las grandes ciudades de Norteamérica hace algo más de sesenta años.
En Barcelona convivimos a diario con los grafitos. Tenemos que soportar actos puramente vandálicos, pero también tropezamos con algunas sorpresas.
En la antigua salida de Barcelona por la Meridiana en dirección Girona había una pintada enorme de la época de la Transición. ¿Todavía sigue ahí? ¿Perviven todavía grafitos reivindicativos y de protesta del tardofranquismo y la Transición? ¡Tendríamos que conservarlos! Tienen valor histórico y patrimonial. Pero las autoridades de Barcelona nunca han tenido la sensibilidad que muestran las de Venecia. Si dejan derribar restos de murallas medievales o palacios modernistas sin pestañear, ¿cuidarán de ese patrimonio de la protesta y la desesperación de quien no tiene más instrumento que las paredes para hacerse oír?
¿Sabían que se organizan rutas para ver los grafitos más importantes de Barcelona? En las fábricas abandonadas y largos muros de Poble Nou, en las callejuelas del Raval y Ciutat Vella, en la Sagrera, en Gràcia… En el MACBA hay uno de Keith Haring, ahí es nada. Los hay que han sido creados con intención eminentemente artística y los hay, siempre los ha habido, que van con segundas y reclaman atención para los marginados y las víctimas de una sociedad que con harta frecuencia prefiere mirar hacia otro lado.
Si se fijan, verán mucha mierda, es verdad. Mucha. Pero también verán propuestas muy interesantes de artistas como Axe Colours, Arroyo, Arnal Ballester, Roc Blackblock, Gonzalo Borondo, Lily Brick, el grupo francés Cité de la Création, Anali Chanquia, Escif, Joan Fontcuberta, Vanesa Galdeano, Konair, Kopisuno, Xupet Negre, Sixe Paredes, José Manuel Pinillo, Jorge Rodríguez, Scaf, SM172 o Daniel Torres, entre muchos otros, que no me caben todos. Algo habrá que hacer con esto. Ahí lo dejo.
Otro día ya nos meteremos con el belén del Ayuntamiento, por no faltar a la tradición.