Antes eran patinetes, ahora son vehículos de movilidad personal, con el acrónimo VMP. Para mí que presta a confusión, porque la motocicleta, la bicicleta, el automóvil, una avioneta, un autogiro e incluso, por qué no, un patinete, son todos vehículos de movilidad personal si llevan al personal de aquí para allá. No puedo ir en helicóptero a la oficina, pero, si pudiera, sería mi VMP y me costaría horrores que me convencieran de lo contrario. La cuestión es que el término VMP se emplea en todas partes porque decir patinete no es guay y decir patinete eléctrico es demasiado largo. Además, están esos cachivaches eléctricos con giroscopio, de una sola rueda, que sería correcto llamar monociclos eléctricos, pero, ya ven, si les cuesta decir patinete, no les cuento lo que les costaría decir monociclo. También dicen bicicleta de algunos velocípedos que… ¡No nos desviemos del tema!
Supongo que el acrónimo de VMP viene de toda esa gente instalada en la madurez y camino de la senectud que, cuando bebían las mieles de la infancia y la adolescencia, soñaban con una bicicleta. En aquel entonces, y de verdad que no hace tanto de ello, el patinete era un vehículo ridículo, apto apenas para niños de muy tierna edad. Era imposible ver un adulto en patinete que no fuera un payaso en la pista del circo.
Hoy, ya ven. Cuesta encontrar a un peatón que no haya visto su integridad física amenazada por un patinete eléctrico subido a la acera o cruzando un semáforo en rojo, pilotado por un aspirante a kamikaze. Hace un siglo, Joseph Roth recordaba el comentario de los berlineses ante un accidente de tráfico: «La culpa es siempre de los ciclistas… o de los judíos». Si Joseph Roth hubiera escrito sus artículos desde nuestra Barcelona, supongo que diría que la culpa es siempre de los patinetes y cambiaría los judíos por otra cosa. Recuerden la prohibición de subir patinetes eléctricos en los transportes públicos, porque suelen explotar o incendiarse si han sido trucados para que corran más. Pues un 10% de los que van en patinete admite haberlo trucado bajo mano. Poca gente es consciente de lo inflamables que son las baterías de litio.
Este dato lo he sacado del Tercer barómetro de la movilidad en VMP en Barcelona y sus accesos, que publica el RACC. Podría haberse llamado Encuesta sobre el uso del patinete en Barcelona, pero barómetro, movilidad y VMP en una sola frase viste más y parece más importante. Échenle un vistazo.
El estudio merece cierta atención por lo que dice y por lo que no dice. Muestra el problema de la convivencia de los vehículos que van por la calzada, los peatones y los vehículos que van por donde les da la gana. Los usuarios de bicicletas y patinetes se quejan, con mucha razón, de lo inadecuados y peligrosos que son muchos carriles-bici, pero también admiten a regañadientes que no conocen y se saltan las normas de circulación con demasiada frecuencia. Tampoco les importa demasiado, porque el patinete proporciona eso que llaman libertad y autonomía y no están para normas y censuras.
Mucha gente no puede permitirse ciertos lujos por falta de trabajos estables y salarios decentes y no se saca ni el carné de conducir. Así lo admite la Federación Española de Autoescuelas. Pero van en patinete. En la encuesta del RACC, valoran el ahorro que supone ir en patinete, la rapidez del vehículo, que lo aparcas en cualquier parte o lo subes a la oficina. Ni seguros ni normas ni servidumbres.
El número de usuarios de patinete se ha doblado en un año y cuatro de cada diez personas que van en patinete lo hace para no tener que viajar en transporte público. El patinete eléctrico, que antes era una cosa cara para niños ricos, es hoy el único vehículo accesible para miles de barceloneses que lo prefieren mil veces a viajar en metro, tranvía o autobús.
Algo pasa con nuestro transporte público, que a poco que uno pueda o se atreva, deja de usarlo. La encuesta también muestra que mucha gente no puede permitirse un coche o una moto. Subrayo el no puede, porque el auge del patinete tiene mucho que ver con una nueva clase de urbanitas esnobs, pero también con muchas personas de rentas bajas que no tienen otro medio o remedio que viajar en patinete para llegar a tiempo a su trabajo.