Sigamos rompiendo barreras en marzo (y el resto del año) para una Barcelona igualitaria. Las mujeres somos más del 50% de la población en la capital catalana. Como CEO de Juno House, del primer club concebido por y para la mujer en la ciudad, me enorgullece ver crecer la consciencia de que todas nosotras --mayores y pequeñas, emprendedoras, artistas, expertas del mundo STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas)-- formamos parte de un movimiento mucho más grande. Somos una comunidad, un impulso al emprendimiento y el bienestar físico y mental femenino, a la conciliación familiar, al acceso a posiciones de poder, el derecho a la educación; una reivindicación para el 8 de marzo y el resto de días del año, que se refleja en nuestras acciones tanto como en nuestras palabras.

¿Por qué es tan importante celebrar(nos) en marzo --y en el resto de meses del año-- y aprovechar el Mes de la Mujer para reivindicar un cambio profundo en nuestro papel en el presente y el futuro de la ciudad? Lamentablemente, las cúpulas directivas de las empresas están todavía ocupadas por hombres; las listas de partidos políticos siguen masculinizadas, y las mujeres aún tenemos menos presencia que ellos en carteles de festivales de cine, rankings de éxitos musicales, campeonatos deportivos, y mucho más.

El cambio empieza en casa: Barcelona es una ciudad empresarial por excelencia. Las compañías eligen nuestra ciudad por el altísimo nivel de talento y la gran comunidad corporativa que se ha creado en los últimos años. Precisamente por eso, es esencial fomentar la presencia de más mujeres en posiciones relevantes de poder dentro de estas corporaciones. Desde el sector tech a la medicina, la cultura, la política o la economía, es esencial que empresas de todos los tamaños y tipologías se impliquen en defender la figura de la mujer. Esta apuesta por los perfiles femeninos debe aplicarse a cada uno de los eslabones jerárquicos, y reforzarse especialmente en los altos cargos, donde aún en muchos casos no se ha conseguido romper el techo de cristal.

Para alcanzar esta transformación, es primordial revisar las bases, estructuras y mecanismos de las organizaciones, y asegurar la aplicación real de políticas de igualdad en las empresas; políticas que vayan mucho más allá del papel y que abarcan desde los procesos de selección a acciones en y desde los diversos departamentos de cada compañía.  Son ejemplos las gestiones de revisión y prevención de brecha salarial desde los departamentos financieros; la promoción de políticas que faciliten la conciliación de la vida laboral y personal desde áreas de RRHH; los sistemas de promoción de perfiles femeninos y acciones de concienciación para empleados y directivos, e incluso los programas de mentoría y aprendizaje intergeneracional, como los que llevamos a cabo en Juno House.

Más allá del mundo empresarial, existen sectores que dan forma a nuestra sociedad y que son clave en el camino hacia la igualdad. Es el caso de la cultura, por ejemplo. Tengo hijos pequeños, y hasta hace muy poco, era imposible que vieran una película de dibujos animados en la que la protagonista --una princesa de un reino muy lejano, con poder para dominar el agua y transformarla en hielo-- fuese la heroína que rescata a su hermana de un monstruoso tirano. También era impensable que los fanáticos del fútbol tuvieran la misma dedicación por las futbolistas femeninas que por los equipos masculinos, y, hace apenas unos meses, la Selección Femenina de Fútbol se convirtió en ganadora del mundo. Un cambio en la cultura es un cambio en la sociedad, y viceversa, y ser testigo directo de estas transformaciones es otro motivo para celebrar el 8M.

Estamos en la era de crear referentes, de animar y apoyar a las futuras generaciones de mujeres para que se atrevan a romper barreras, a defender sus derechos y a construir un mundo del que podamos estar orgullosas, Un mundo en el que la igualdad sea una realidad y juntas construyamos una Barcelona más inclusiva y empoderada.