Respira fuerte, habla rápido, quiere que la responsabilidad recaiga en otros. Ada Colau se volcó, en las horas posteriores al anuncio de Pere Aragonès con el adelanto electoral de las elecciones catalanas para el 12 de mayo, en negar que ella, personalmente, tuviera nada que ver en esa decisión. ¿El culpable? El presidente Aragonès. Ella, de ningún modo, porque “sólo” es “una concejal de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona”. Entonces, ¿quién se debe responsabilizar por el rechazo de los comunes a aprobar los presupuestos de la Generalitat, con una repercusión directa en Barcelona, con la pérdida de inversiones por un total de 650 millones de euros?
Como señalara Pasqual Maragall en 2005, “ustedes tienen un problema y se llama…” En aquella ocasión en presidente de la Generalitat se refería al 3%, el cobro de ese porcentaje por parte de CiU en las concesiones de obra pública. El reproche iba dirigido a Artur Mas. Hoy la frase, salvando todas las distancias, debe interpelar a los comunes. El partido, la amalgama de intereses que supone, con la presencia de lo que fue ICV, debe reflexionar y analizar lo que quiere ser a corto, medio y largo plazo. ¿Debe girar alrededor de la figura de Ada Colau? Es su cara más conocida, pero, al mismo tiempo, puede ser la dirigente que más complique las cosas a su formación.
Fue la número uno de los comunes en el Parlament, Jessica Albiach, la que protagonizó ese ‘no’ a Pere Aragonès en el Parlament. Pero la que estaba detrás es Ada Colau, que no quiere aceptar –o entender—que los socialistas la dejen fuera del Ayuntamiento de Barcelona. “Yo no soy el obstáculo”, ha repetido Colau. Y añade: “Nadie me lo ha dicho, ni me ha pedido nada”. Pero la petición es un clamor. Es un silencio muy evidente. El alcalde Jaume Collboni está abierto a un acuerdo con los comunes, pero sin Colau en el gobierno municipal. ¿Qué reacción deberían tener los comunes para asegurar sus objetivos políticos, para que se apliquen políticas progresistas en Barcelona, sabiendo que el gran impedimento de un pacto es su principal figura política?
Ese es el problema en estos momentos de los comunes. Colau lo tapa todo. Quiere ocultar ese debate. Y ha insistido en los últimos días, en todas las televisiones en las que le han preguntado si era la ‘mano negra’ que ha forzado el adelanto electoral, que ella sólo quería asegurar que el proyecto del Hard Rock en Tarragona no siga adelante. Pero eso sólo es una excusa. Los comunes no aprobaron los presupuestos de la Generalitat porque no quieren permitir a ERC y PSC que sigan adelante, en el Parlament, y en el Ayuntamiento de Barcelona, donde ya habían llegado a un acuerdo sobre las cuentas municipales.
¿Se puede hacer política con esos mimbres, con esas intenciones? Los comunes deberán valorar lo que quieren ser el futuro. Y los electores los situarán mejor o peor en la línea de salida. En los comicios del 12 de mayo, el partido de Colau comprobará si, realmente, han acertado o no cargándose el presupuesto catalán.
En todo caso, ustedes, los comunes, tienen un problema y se llama…. Ada Colau.