Un nuevo reparto de cartas, con consecuencias para los gobiernos de distintas administraciones. Es lo que supondrá la nueva convocatoria electoral del 12 de mayo, con las elecciones al Parlament de Catalunya. Aunque los responsables políticos tienen esa frase siempre en la boca, la de que "no se mezclan las carpetas", lo cierto es que todo está relacionado. La política catalana está marcando el futuro de la legislatura española, con el Gobierno de Pedro Sánchez y también decidirá el gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona. Pero, ¿cómo?

El alcalde Jaume Collboni ha ganado tiempo, todo el que ha podido. Es lo único que podía hacer, pero también lo que más le convenía, porque desde su elección, tras las elecciones del mayo de 2023, el edil socialista ha podido marcar sus preferencias, su idea de lo que debe ser Barcelona en los próximos años. Lo señaló en su conferencia en el Dhub: lo que está en juego es una enorme transformación de la ciudad, con el horizonte de 2035. Hay muchos proyectos en marcha, la ampliación del Hospital del Mar, la estación de la Sagrera, la reforma de la Rambla, el tranvía hasta Verdaguer, numerosas actuaciones de micro urbanismo en los barrios, o la construcción de vivienda pública en distintos puntos de la ciudad. Sólo ese día a día ya completaría el mandato de un alcalde, y Collboni tiene claro que debe centrarse en ello, además de contar con proyectos que pueden impulsar todavía más la ciudad como la Copa América, que se celebrará tras el verano. Por todo ello, aunque también forzado por el voto en contra de comunes y de JxCat, Collboni sacará adelante los presupuestos con una moción de confianza que se afrontará a partir de este miércoles y con la previsión de que el 2 de mayo ya estarán aprobados. 

Pero las mociones de confianza sólo se pueden utilizar en dos ocasiones a lo largo de un mandato, y nunca en el último año. Collboni deberá buscar una estabilidad para gobernar la ciudad. Y lo que puede suceder, aunque no es el plato que más le gusta, es que los comunes acaben entrando en el ejecutivo local por la puerta de atrás, por las necesidades que pueda tener el PSC en el Parlament de Catalunya para que Salvador Illa, su candidato y primer secretario, sea presidente de la Generalitat. 

Los comunes no serán indispensables, pero pueden ayudar de forma clara a Illa en ese propósito, y la carta que buscarán --porque es la fuerza que tiene el partido, centrado en la ciudad de Barcelona-- es ese gobierno con Collboni. El problema, del que todos son conscientes, es la figura de Ada Colau, quien es hoy un obstáculo enorme para todos. Lo sabe también Jessica Albiach, la candidata a la presidencia de la Generalitat de los comunes, y lo sabe también Janet Sanz, la mano derecha de Colau en el Ayuntamiento. 

Los socialistas en Barcelona admiten que los comunes "nos los pueden hacer entrar" en el Ayuntamiento. Y tendría toda su lógica: pactos en el Parlament y en el gobierno local. También puede suceder que la fuerza de los partidos independentistas deje al PSC sin el gobierno en la Generalitat. Pero ello reforzaría la necesidad de los socialistas de blindar el Ayuntamiento con un pacto progresista con los comunes. 

Por ello, el partido de Colau, aunque sin Colau, tiene todos los números para entrar en el Ayuntamiento, aunque sea por la puerta de atrás. La otra posibilidad es que tanto ERC como JxCat entiendan que la situación política ha cambiado, que los tiempos son otros, y que, a veces, aunque sea en contadas ocasiones, se impone la cautela y el sentido común. Eso llevaría a dejar gobernar a Salvador Illa, que se encarama a la primera posición según las primeras encuestas, y a pactar con Collboni en la capital catalana. Claro que eso significaría una altura de miras que --hoy-- no parece que sea posible alcanzar.