Desde la antigüedad han existido escaleras que han planteado diferentes y curiosos enigmas. Es conocida la escalera diseñada por Leonardo da Vinci a mediados del 1500 en el castillo de Chambord, en Francia. Un proyecto que combinaba belleza y misterio al mismo tiempo, con una complejidad arquitectónica indiscutible. Hoy, el misterio que nos ocupa radica en que a la mayoría de los ciudadanos les ha causado cierto desconcierto las nuevas escaleras mecánicas instaladas en la Baixada de la Glòria.

Estas escaleras, largamente reclamadas por los vecinos desde hace más de dos años, se inauguraron hace poco menos de un mes, y ya el primer día se estropearon. La obra ha costado 3,8 millones de euros, y forma parte del Plan de Mantenimiento Integral (PMI) del Ayuntamiento. Las escaleras son reversibles, lo que significa que funcionan automáticamente tanto en sentido ascendente como descendente. Para bajar, los usuarios deben pulsar un botón ubicado en los tótems metálicos de los accesos superiores de cada tramo. Después de unos minutos de seguridad, las escaleras cambian de dirección y se mueven hacia abajo. Si no están siendo utilizadas, vuelven automáticamente a su sentido ascendente. Esta peculiaridad ha ocasionado más de un enredo, tanto a los vecinos como a los turistas que las utilizan para llegar al Park Güell, situado en lo alto de la calle. Algunos incluso han calificado esta solución como un despropósito, al aplicar el sistema en una calle con tanto tránsito peatonal como esta.

El sistema ha generado una confusión constante entre los vecinos. Tanto es así, que el Ayuntamiento ha tenido que asignar agentes cívicos para informar sobre su uso. A pesar de ser una infraestructura necesaria debido al fuerte desnivel de la calle, ha presentado diversos problemas. En horas punta, las escaleras están prácticamente sobrecargadas de usuarios, lo que provoca congestión y largos tiempos de espera. Esto es especialmente problemático considerando que están ubicadas en una zona turística utilizada por muchos visitantes para llegar al Park Güell, lo que aumenta el atasco de usuarios durante las temporadas altas. Desafortunadamente, esta situación puede llegar a generar tensiones entre los turistas y los residentes locales.

Según el Ayuntamiento, no fue posible instalar dos escaleras debido a limitaciones de espacio. Sospecho que también hubo restricciones presupuestarias que impidieron esta solución.

Dado que las escaleras solo funcionan de forma reversible, su capacidad de tránsito está limitada, lo que resulta en largas esperas cuando hay una gran afluencia de personas o turistas. Para abordar este problema, una posible solución podría ser el establecimiento de programas acordados con los vecinos sobre los tiempos de utilización en una u otra dirección, en consonancia con los episodios de mayor o menor afluencia de usuarios y optimizando el uso para los residentes locales. Además, sería útil mejorar la señalización mediante pantallas informativas que indiquen los tiempos de espera y que promuevan un uso ordenado de las escaleras. Sin duda alguna, será necesario realizar estudios de viabilidad con el fin de evaluar la posibilidad de instalar una segunda escalera.