Ernest Maragall pudo haber sido alcalde de Barcelona, y aparece ahora como una víctima de su partido, el que eligió para poder cumplir ese objetivo, después de ejercer el grueso de su carrera política en otro, en el PSC. Con Esquerra creyó que se podía defender un proyecto más moderno, republicano e independentista. Pero también hubo razones personales para abandonar a los socialistas. Entendió que el PSC no había tratado bien a su hermano Pasqual Maragall, en la etapa en la que fue presidente de la Generalitat. El caso es que Ernest Maragall ha visto ahora –aunque el partido le informó hace ya un tiempo—cómo ese partido ejerció una de las maniobras más rastreras y extrañas de los últimos tiempos. Y todo por una razón: Esquerra no se siente segura. Es un partido que nunca acaba de confiar en él mismo. Duda siempre. No sabe muy bien qué debe representar. Y ante eso comete enormes errores. Cuando debe decidir, suele tomar el camino más equivocado.
Los partidos políticos para poder ofrecer un determinado mensaje a la sociedad deben cumplir, primero, algunas exigencias de orden interno. La más determinante es que deben estar seguros de ellos mismos. Las direcciones marcan un rumbo, buscan que sus cuadros y su militancia asuman ese horizonte que se dibuja. Pueden equivocarse o no. Lo comprobarán en sus respectivos congresos, cuando se pasa cuentas a esa cúpula directiva. En el caso de Esquerra siempre se duda. Todo es voluble, cambiante.
Los carteles contra Maragall, en realidad contra ‘los Maragall’, con el latiguillo de ‘Fuera el Alzheimer de Barcelona, que es la enfermedad que sufre Pasqual Maragall desde hace años, aparecieron delante de sedes de ERC, en la de Calàbria –la sede central; en la de Consell de Cent y frente al Casal del Eixample, también en la parada de Airbus, en la plaza Catalunya y en Les Corts. Ernest Maragall, sensiblemente afectado, señaló que era urgente conocer quién podía estar detrás de semejante operación. “Lo más significativo es saber quién lo ha pensado, quién lo ha decidido, quién lo ha organizado, quién lo ha pagado. Esto seguro que tiene respuestas”.
La cuestión es que, como publicó este lunes el diario Ara, hubo personas relacionadas con ERC que idearon esos carteles, con una empresa que se dedicaba a trabajar en encargos del partido. Se señala ahora que la dirección lo intentó parar. Pero el hecho es que la cúpula, o una parte de ella, estaba al tanto. ¿Qué se perseguía? Con una carga de cinismo importante, se intentaba ‘recolocar’ al candidato en el centro de la campaña electoral, al comprobar que se había polarizado entre el socialista Jaume Collboni y el post-convergente Xavier Trias. ¿Seguro? El rumor que se hizo correr es que era cosa de los socialistas, de los “marrulleros” socialistas que habían tratado mal al hermano, a Pasqual Maragall y no querían saber nada de Ernest.
¿Cómo es posible semejante operación? Ernest Maragall presentó una denuncia ante los Mossos, pero la retiró meses después, cuando, presuntamente, el partido le advirtió que era fuego amigo, que se había gestado desde el interior de Esquerra.
Aquello sucedió en marzo de 2023. Unas semanas más tarde, el 12 de abril, Metrópoli publicaba en su sección Barcelona silenciosa que, desde el entorno de Esquerra, del propio Ernest Maragall, se había llegado a la conclusión de que había que cambiar de candidato. Todo apuntaba a un fracaso electoral clamoroso. El partido llamó la atención de Metrópoli. La información no era cierta, se decía. Estaba con Ernest hasta el final, comprometido. Era el mejor candidato. Sí, podía ser el mejor candidato, pero ese mismo partido había lanzado una campaña en el que se le decía que no se le quería en Barcelona, al relacionarlo con el Alzheimer, la enfermedad de su hermano.
Maragall no quiso reaccionar este lunes. Quiere pensar bien su respuesta. Pero para el bien de la política catalana en su conjunto –aunque está realmente deteriorada y tal vez haya poco que hacer para recuperar su vitalidad perdida—Maragall debe dar explicaciones. Muchas explicaciones. Y todavía más Esquerra Republicana, un partido que estaba a punto de formar parte de un gobierno de coalición con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona. La votación por parte de su militancia se frustró y todavía no se ha fijado una nueva fecha para la asamblea. Un partido que tiene patas a arriba la política catalana en el Parlament porque no se atreve a elegir al socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat, atenazado por el hermano mayor, Carles Puigdemont.
¿En qué momento Esquerra Republicana se convertirá en un partido adulto? Tiene edad ya suficiente. O, tal vez, se llegará a la conclusión de que no hay nada que hacer con los republicanos. El partido, fundado en marzo de 1931, todavía no sabe lo que es. Es una pena.