Shalom aleijem es el saludo judío que significa  “la paz sea con vosotros”. Y esto ha conseguido El Consejo Municipal que ha aprobado por unanimidad una proposición del PP para promover culturalmente El Call: barrio judío de Barcelona y tesoro histórico de la ciudad. Leerlo tres veces para creerlo, los partidos del arco municipal se han puesto de acuerdo en algo. E incluso sus argumentos son parecidos de derecha a izquierda y de independentistas hasta constitucionalistas. 

Concejal de Vox: “la propuesta debería hacer más hincapié en el acercamiento del barrio a los propios barceloneses”. Concejal de ERC: “El Call es un barrio profundamente marcado por su identidad judía original y demasiado desconocido para los barceloneses”. Concejala de Junts: “promocionar la cultura judía permite preservar este legado, enriquece la comprensión y la apreciación de la pluralidad de la ciudad”. Concejal del PP: “En El Call se puede aprender la rica historia de la comunidad judía… Esta medida es especialmente importante en un momento en el que “el antisemitismo por parte de la extrema izquierda vuelve a despuntar”. Concejal del PSC: “en estos momentos hay una cierta corriente de antisemitismo en Europa”.

Nota discordante, el concejal de BComú: “Barcelona es una ciudad comprometida con el legado de la cultura judía y con el antisemitismo”. Sobra el antisemitismo, tan parecido al nacismo y al filo-terrorismo palestino de su jefa Colau, que tanto daño ha hecho y hace a la convivencia, y a la imagen y relaciones internacionales de Barcelona. Salvo esta mancha vergonzosa y vergonzante, no es una unanimidad a la coreana, ni a la soviética ni a la fascista, ni a la podemita. Sino una unanimidad con matices para mejorar la ciudad, que es para lo que cobran los ediles.

Promocionar turística y culturalmente El Call es una deuda pendiente desde 1391. Fue el corazón de la comunidad judía desde los siglos VII al XIV. Y una de las juderías más importantes de la Península Ibérica durante el Medioevo. Laberinto de callejuelas, se acusó a los judíos de todos los males y miserias, incluido el de propagar la peste negra. Argumento: que morían menos judíos que cristianos. Verdad debida a que los judíos barrían y limpiaban sus casas, calles y silos para evitar las ratas que infectaban la ciudad. El año 70 d. C. habían llegado a Barcino unas setenta familias que huían de la represión romana en Palestina. En el Siglo XIII ya eran más de cuatro mil. Fue cuando, gracias a ellos, Barcelona fue llamada “ciudad de sabios”. 

Por el contrario, en 2008, cuando otro conflicto de Gaza, un filo-terrorista del grupúsculo Movimiento Social Republicano causó destrozos en la sinagoga y agredió a un judío que estaba en el edificio. En 2015, Colau y su casta comenzaron a desplegar su judeofobia y permitieron que el Call fuese un núcleo de suciedad y delincuencia. Ayudando, así, a que Catalunya lidere en España los delitos de odio ideológico. Llegado el momento de honrar la memoria histórica de la ciudad, el patrimonio arquitectónico y cultural de El Call puede ser tan bello y cuidado como el de Girona y otras poblaciones catalanas y españolas. Los más de 3.500 judíos barceloneses, la mayor concentración de España, se lo merecen. Y Barcelona, también.  Shalom aleijem.