La Federación de Esquerra Republicana de Barcelona (ERC), dominada por partidarios de Oriol Junqueras, convocó a la militancia para ratificar el acuerdo que el grupo municipal republicano con el PSC de Jaume Collboni. Aquel movimiento fue interpretado como un acto hostil por parte de los partidarios de Marta Rovira que movilizaron a los suyos para provocar la suspensión de la votación porque el local no tenía el aforo suficiente para dar cabida a los asistentes, muchos de ellos con coche oficial. Porque la movilización incluyó llamadas a los militantes de Barcelona con cargo oficial. Llamadas que se gestaron en el propio Palau de la Generalitat.

La tensión de aquellos días dividía al partido entre quienes apostaban por un acuerdo con el PSC en las instituciones, investidura incluida, y quienes se erigían en puristas y tanteaban una repetición electoral de la mano de Junts en una lista única. Rovira dio las órdenes desde Suiza. Pero ahora la secretaria general ya está en España porque ha quedado amnistiada por el archivo de la causa de Tsunami Democràtic. Y las cosas han cambiado. Junts ha dejado a ERC en la estacada de la lista única, dándole un portazo en las narices, y las previsiones son malas. La tensión en el partido continúa, pero siempre hay un pero, la urgencia ahora es lograr un acuerdo con el PSC.

Marta Rovira, otrora látigo de los infieles socialistas ha matizado su posición. Contrasta su entusiasmo diciendo que las negociaciones van bien con sus ultimátums a los de Illa al día siguiente, pero parece que la dirección de ERC trabaja para un acuerdo. Lo cierto es que también contrasta con el pesimismo que se respira en las filas socialistas en estas últimas horas. Ahora Rovira parece que aspira a un acuerdo porque hace de la necesidad virtud.

Por eso, ha calificado de “interesante” el acuerdo de PSC y ERC que le daría a Collboni un respiro en el gobierno. Tiene presupuestos por lo que el alcalde puede hacer política, pero el equipo de gobierno está muy mermado y no da abasto para cubrir todos los frentes. Los cinco concejales de ERC darían, sin duda, un respiro. Ahora el acuerdo “interesante” puede poner a Barcelona como prioridad y no al partido como prioridad. Ahora Rovira no pide el sí pero “todo puede ser diferente si es ella la que indica que ese pacto puede ser positivo para el partido”, como muy bien escribía nuestro compañero Manel Manchón.

Lo que queda en evidencia es que Rovira sigue siendo aquella estridente que se rasgaba las vestiduras en 2017 en el Palau de la Generalitat. Sus estridencias han llevado a su partido a realizar campañas paralelas de mal gusto y de peor ética con respecto a su candidato Ernest Maragall. Todo apunta que la secretaria general no era ajena a estos movimientos, pero parece que la pax romana ha llegado a ERC en forma de artículo de Oriol Junqueras que exonera a su íntima enemiga.

Ahora solo falta esperar para cuando se concreta el acuerdo en la Generalitat porque en paralelo se convocará de nuevo una asamblea de militantes de Barcelona para ratificar el acuerdo. Seguro que hay partidarios del no, pero que Rovira abra las puertas a su ratificación hace más que posible que ERC entre en el gobierno municipal. Salvo sorpresas, claro, porque como en la canción de Ricky Martin, Marta Rovira marca un pasito palante, un pasito patrás.