Jaume Collboni lleva un año en la alcaldía. Nadie daba un euro por un gobierno en minoría. No tenía socios estables y uno, los comunes, demostraron, y demuestran, que no se lo van a poner fácil. Primero fue tumbar los presupuestos y luego un sinfín de zancadillas al modelo de ciudad cosmopolita por la que apuesta el alcalde.
Ciertamente, el equipo de gobierno va asfixiado y tiene todavía asignaturas pendientes de aprobar aunque apunta maneras. Incluidas las suspendidas por la Colau alcaldesa, vivienda y turismo. La vivienda pública avanza a buen ritmo, nada que ver con la cámara lenta de las legislaturas anteriores, Barcelona vuelve a tener una ventana al mundo mientras se arbitran medidas contra el turismo masivo y se alcanzan pactos entre la restauración y el ocio. La limpieza de la ciudad ya no es un problema, y solo la inseguridad inquieta al equipo de gobierno.
Collboni sigue solo pero con ERC cerca, las mayorías alternativas y de bloqueo no existen. Xavier Trías se ha ido dejando a Junts en su travesía del desierto. Ada Colau se queda aunque no lo parezca y los comunes tiran de argumentario aunque sea cutre, y ERC espera su momento. El grupo municipal tiene ganas de entrar en el gobierno municipal porque es la mejor manera de transitar una legislatura sin líder tras la marcha forzada de Ernest Maragall. Y no está en el consistorio no por Collboni sino por las contradicciones internas de la propia Esquerra Republicana.
Lo mejor para este segundo año es que hay presupuestos y se ejecutan a buen ritmo que han dejado atrás aquel urbanismo táctico y han abierto las puertas a un urbanismo realista, aunque Barcelona es un campo de minas en forma de obras. Bienvenidas sean si se ejecutan.
El equipo de gobierno a pesar de estar en minoría ha funcionado como un reloj. Laia Bonet y Albert Batlle son los principales copilotos de Collboni, sin olvidar al PSC que se ha abierto como un melón con éxito. El enfrentamiento tradicional entre Carlos Prieto, que sigue siendo el referente en la sombra de Collboni, y Ferrán Pedret, el líder de los barbudos, se ha superado con el liderazgo de consenso de Sara Jaurrieta y Marta Villanueva. No era un sudoku fácil de hilvanar pero Collboni lo hizo con nota. El punto irónico lo puso el que fuera alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, retratando estos años del PSC que ha pasado de la nada al todo. “El movimiento socialista os debe mucho”, dijo refiriéndose a Pedret y a Prieto, pero también al propio Collboni “estuvieron cuando cabíamos en un taxi y estaréis ahora que no cabemos en una flota de autobuses".
Ahora cuando empiece el nuevo curso político la primera incógnita la debe despejar ERC. Cinco regidores más dará aire al gobierno de Collboni y entrar en el ejecutivo dará aire a ERC. Junts deberá responder a la segunda y escribir su propio ¿Qué hacer? tras la marcha de Trías, y los comunes deshojar la margarita de si quieren ser un partido testimonial o ser un partido de gobierno. El último barómetro municipal dejó claro que los socialistas se consolidan mientras que los comunes se deterioran en el marasmo de estar en contra de la ampliación del aeropuerto, de las políticas del consistorio centradas en la vivienda, el urbanismo y las políticas sociales, de Louis Vuitton, de la Fórmula 1, en definitiva, de abrir Barcelona al mundo.
En el fondo del partido, el Partido Popular de Daniel Sirera. El problema de Sirera es que no hay partido, que el PP debe hacer definitivamente su congreso y definir su línea política en Catalunya y en Barcelona. El grupo municipal popular juega bien sus cartas. Es oposición pero tiene puentes de comunicación con el gobierno y saca adelante algunas de sus propuestas. Casi parece que tiene más voluntad de colaboración que otros, teóricamente, más cercanos.
Con este panorama, podemos concluir que Collboni ha superado con nota este primer año y su primer gran escollo será alumbrar nuevos presupuestos necesarios para seguir dando la vuelta como a un calcetín a la herencia de Colau. Tres años sin herramientas pueden hacerse muy largos, pero el alcalde ha demostrado este año que es mejor alcalde que candidato y alumbra la idea de que tenemos Collboni para rato.