En política hay que saber hacerse mayor. Se puede entender el pataleo de los comunes tras quedar en las elecciones por detrás de los socialistas. También el mal trago de dar apoyo a Collboni para impedir que la derecha independentista encarnada por Xavier Trias se quedara sin la vara de mando. Incluso se puede ser caritativo y tratar de entender la rabieta del año pasado forzando una moción de confianza que les retrató como lo que son, una fuerza incapaz de asumir un cambio de situación.
Tan incapaces que ahora Colau mater amantísima de la Copa América ahora reniega de ella. Esa incapacidad política los tiene apartado del poder municipal y los lleva al garete en las elecciones municipales, europeas, generales y autonómicas. La exalcaldesa se va --por fin diría yo--, pero aunque amenaza con volver --y eso que solo se iba a presentar dos veces--, abre a los comunes una ventana de oportunidad.
El alcalde Collboni ha movido pieza para que los comunes dejen de ser una fuerza errante y se apunten a unos presupuestos progresistas, con ordenanzas fiscales progresistas. Los ciudadanos así lo demandan porque mejora sustancialmente la imagen de la gestión del ayuntamiento de Barcelona, según el último barómetro municipal. Desde el Gobierno municipal esperan que los comunes “pongan el interés de la ciudad por delante de sus intereses particulares”. Optimistas los veo, atendiendo a la forma de hacer de los comunes. Aún resuena su fracaso cuando denunciaron la “venta” de Barcelona por el turismo en el Parc Güell, por Louis Vuitton o por la Fórmula Uno. Hubo gente que protestó, sí, pero muchos más fueron los que recibieron con entusiasmo la iniciativa de poner a Barcelona en el mapa.
Ahora los comunes deben aceptar el reto. También los republicanos. ERC ya asumió el reto hace un año pero el problema está en la votación del 30 de noviembre. Elisenda Alamany ya quiso entrar en el gobierno y los de Rovira lo impidieron. Si gana Junqueras en la consulta interna, ERC entrará en el equipo de Collboni y dará apoyo a los presupuestos. Si no gana, veremos lo que pasa en el grupo municipal republicano.
El alcalde anuncia que el presupuesto será el “más elevado y el más social de la historia de Barcelona”. Incluso más que los del año pasado. Los comunes perdieron su oportunidad con un discurso fatuo e inconsistente. Ahora pueden demostrar que son una fuerza útil. Que quieren hacerse mayores en política. Que quieren dejar la irrelevancia y abandonar la inopia.
También los de ERC que deben dejar de marear la perdiz. Para la izquierda es ahora o nunca. Barcelona y Catalunya han encendido motores y cogerán velocidad de crucero. En Catalunya comunes y republicanos han dado su sí, aunque en versión vergonzante, sin entusiasmo, en Barcelona todavía no. ERC lo hizo el año pasado con la boca pequeña. Ahora deben dejar atrás su pelea cainita y tomar decisiones. Los comunes ni eso porque todavía viven en la pataleta. Ahora o nunca. Es hora de hacerse mayores y dejarse de veleidades pseudoprogresistas y coger el timón del futuro. Un timón que la derecha, independentista y españolista, ha decidido averiar como sea. A ver si los comunes por dejadez les hacen el trabajo sucio.