El día 1 de este mes, el profesor Albert Estrada-Rius ingresó en la Royal European Academy of Doctors. Su discurso versó sobre medallas, medallones, exposiciones, marcas y propaganda en la publicidad de Cataluñnya desde 1888 a 1929. Es decir, entre las dos grandes e históricas exposiciones de Barcelona. Doctorado en Derecho e Historia, además de docente, es el conservador del Gabinet Numismàtic de Catalunya del MNAC. Su currículum, publicaciones, premios y galardones confirman que es una eminencia internacionalmente reconocida.

De labor intensa y discreta, su conferencia de ingreso se ha editado en formato libro titulado “La medalla del premio en la publicidad”. Prosa exquisita, fotografías e ilustraciones fascinantes evocan que las maravillas publicitarias de Barcelona y sus diseños se debieron a la potencia industrial y comercial de la Catalunya que creyó en la publicidad y su potencial de seducción. Finalidad del autor: “Alertar sobre la fragilidad de los testimonios arquitectónicos y decorativos de estas manifestaciones que son un patrimonio, que, por estar expuesto, en parte, en la vía pública o en locales, está siempre amenazado por el vandalismo y por intervenciones o reformas desafortunadas”.

El libro de Estrada-Rius es muchos paseos por Barcelona. El precedente de las medallas y medallones fue: “El distintivo de Proveedor de la Casa Real”, reconocimiento oficial que denotaba relación o amparo de la Corona. Entre muchos beneficiados barceloneses: Muebles Pallarols, Fábrica de pianos Bernareggi, José Boniquet, “peinero” de Cámara de S.M. José Granell, sombrerero de la Casa Real (Ferran, 32). Gran Fábrica de Chocolate de Evaristo Juncosa, Chocolatero de Cámara de S.M., cuya publicidad introdujo los cromos… Entonces, los proyectos de carteles en las calles debían presentarse al Ayuntamiento para su aprobación, como el del colmado que hubo en Escudillers, 6. Además del Anís del Mono en Badalona, que llena libros aparte, en 1900 hubo el Anís Informal M. Serra, que se anunciaba como “Fabricado con los peores vinos del Priorato. No está premiado en ninguna Exposición”. Su sello, una bella dama novecentista.

Más en serio se lo tomaron los vinos Muller, con su “Vino de Misa. Dulce Superior. Terra Alta.” Era el vino oficial pontificio y aún luce el escudo del Vaticano. En 1888 recibió la medalla de oro de la Exposición del Jubileo de León XIII. Más asequibles, en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, se vendían a granel en alguna de las Bodega Terra Alta que había en cada barrio de Barcelona. Hay también publicidad de vinos y licores de toda Catalunya. Y llaman la atención las farmacias modernistas que sobreviven. Quizá por ello, la catedrática de Farmacia M. Ángeles Calvo suscribió el discurso de Estrada-Rius, le dio la bienvenida al club de doctores europeos y remarcó que la labor de los académicos es “buscar la verdad, defender la vida, trabajar para y por la ciencia…”

La busca y la ciencia también destacan pastelerías históricas, los emblemáticos y desaparecidos estudios de fotografía Napoleón en La Rambla y Polak en Sant Antoni. O la casa J. Torrente de “Parallamps” (Pararrayos) Marqués de Barberá, 21. Otra muestra gráfica de atentados contra el patrimonio del diseño publicitario es la tienda mágica El Ingenio, Rauric, 6. Todo ello es lo poco que queda de cuando Barcelona fue la ciudad de los prodigios.