Jaume Collboni ha dado un paso de gigante esta semana. Luz verde de los comunes y Esquerra Republicana a las ordenanzas fiscales que pone en rampa de salida la aprobación de los presupuestos del consistorio. La Comisión de Economía ha dado el visto bueno y el concejal Jordi Valls ha visto respaldada su propuesta. Pero, más allá de los síes y los noes, la Comisión ha hecho una foto fija de la situación de los diferentes grupos municipales.

Valls marcó la línea argumental de los socialistas cuando afirmó que las ordenanzas persiguen “no incrementar la presión impositiva y seguir utilizando la fiscalidad turística”. O sea, seguir trabajando para conseguir un mejor turismo sin criminalizar a los que nos visitan. El gremio de Hoteles de Barcelona emitió un duro comunicado ante el incremento fiscal rasgándose en exceso las vestiduras porque, digámoslo todo, el incremento es ridículo por la gran actividad del sector y por los precios que se registran en la ciudad.

Dormir en Barcelona en una habitación hotelera es casi un producto de lujo. Los precios por encima de los 200 euros son lo habitual. Vamos, que el incremento fiscal no los llevará a la ruina y será una buena herramienta para hacer compatible la Barcelona que vive y trabaja con la Barcelona que nos visita.

En el lado de la oposición más irredenta, PP y Vox, fue curioso observar como ambos consideraron desmedidos los impuestos. Para el PP se criminaliza el sector turístico y para Vox que el gobierno riega chiringuitos afines. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol.

La música habitual aunque hubiera sido deseable que el PP remarcará donde está la supuesta criminalización y cual es su propuesta más allá de las palabras y que Vox denunciara cuáles son los chiringuitos. Lo curioso viene cuando el PP dice que los impuestos son “asfixia fiscal que castiga a las clases medias”, y los de extrema derecha que “machacan a la clase trabajadora”.

O sea, que para la derecha todo el mundo sale perjudicado. Los barceloneses piensan justo lo contrario cuando en el último barómetro municipal valoran de forma muy positiva los servicios municipales, servicios que pagan con su dinero vía impuestos.

Junts sigue en su viaje en busca de su lugar perdido porque parecen anhelar estar en el gobierno municipal aunque poco hacen para estarlo. Ramón Tremosa, haciendo las tareas de líder en Economía, dijo refiriéndose al acuerdo entre PSC, ERC y comunes que “es la construcción de un tripartito que se da por fases. No sé hasta qué punto esta fórmula errónea le hace un flaco favor al gobierno”.

Tiene razón, es por fases. Los comunes el año pasado forzaron la máquina e hicieron el ridículo, porque el alcalde no tiene una alternativa que lo tumbe y pasó la moción de confianza. Bienvenido a la realidad señor Tremosa. Afirma que es una mala fórmula. ¿Hay otra? Sí. Un acuerdo entre PSC y Junts, pero Junts no lo quiso en principio y la rechazó con vehemencia cuando se veían con la vara de mando y luego la buscaron con ahínco, pero ¿quién se fía de Junts? Sin líder, Trias se ha ido a su casa y con las veleidades independentistas como una piedra filosofal no invitan al acuerdo. Y menos cuando lamentan que las ordenanzas se han recibido “tarde y mal”. A lo mejor debe preguntarse Tremosa quién trabaja en Junts.

ERC sigue a la espera de deshojar su particular margarita y el concejal Jordi Castellana, consciente, se limitó a decir que no hay un sí de ERC garantizado. Ciertamente no le quedaba otra opción, la de sacar pecho para disimular sus ganas de formar parte del cartapacio.

Cuidó mucho el lenguaje y destacó sus demandas. Estuvo en su papel. Esto contrastó sobremanera con el lenguaje “deslenguado” de Janet Sanz. La nueva líder de los comunes, a la espera de la marcha de Colau y de su retorno -o no-, siguió erigiéndose en la única voz de la izquierda, porque sin los comunes, para ella, no hay izquierda.

Quizás Sanz debería mirar el mapa electoral catalán, donde los comunes son una seta y poco más. Pero la líder común volvió a llenarse la boca de acusaciones trasnochadas que cada vez tienen menos eco. “Corregir la deriva elitista” de un Collboni que está “muy cerca de los lobbies”, no son más que palabras que denotan su ignorancia municipal. Último dato conocido. Más de un millón y medio de visitantes a la Copa América, dos mil manifestándose en contra. Janet Sanz parece vivir empeñada en ir de victoria en victoria hasta la derrota final.

Los comunes tienen que hacer sus deberes. Han empezado abandonando posiciones numantinas y ahora hablan con el PSC gracias a la ausencia de Colau. Deben seguir trabajando, cambiando su lenguaje que cada día está más trasnochado y tiene menos eco. Ahora seguro que seguirá utilizando términos inflamados, pero atentos a una cosa. El peso político se logra con acciones, no con discursos y palabras grandilocuentes. Eso funcionó en 2015, ahora ya no. Ser de izquierdas es hacer cosas de izquierdas, no decir que eres de izquierdas. Eso es trasnochado y después de la foto fija hay que seguir rodando la película.