El Ayuntamiento de Barcelona acaba de aprobar la modificación de la Ordenanza de circulación promovida en 1998. No es la primera ni será la última. Las anteriores lo fueron en 2005, 2007, 2015, 2017 y la reciente de 2024. Todas tienen un común denominador: el rechazo a implantar el carril-moto. En esta quinta modificación de la normativa nuestros regidores se han centrado en la regulación del patinete y han excluido deliberadamente que las motos puedan circular por el carril bus-taxi.
En el periodo de información pública presenté una alegación para que se permitiera su circulación. Sin embargo, mi pretensión motera fue rechazada de plano. No recuerdo que ningún grupo político presentara una petición en este trámite al respecto. Otra cosa son los discursos que hacen en público. Y así, la Ordenanza fue aprobada con una confusa y errática regulación del patinete y sin carril moto con los votos en contra de Junts y Vox y la abstención del PP.
La “motofobia” de nuestros munícipes es manifiesta. En las grandes capitales de España (Madrid, Sevilla...) las motos o ciclomotores pueden circular por el carril de uso exclusivo del bus y del taxi. En cambio, en Barcelona, capital europea de la moto, con más de 300.000 censadas y cuyo ADN son las dos ruedas, está prohibido. Eso sí, en la capital catalana sí se permite, en ciertos casos, la circulación de las bicicletas.
Es tal la fobia municipal que incluso cuando la Generalitat abre la posibilidad de que las motos circulen en los accesos urbanos por los carriles reservados VAO, para vehículos de alta ocupación, Barcelona lo sigue vetando. El Servei Català de Trànsit y el Departament de Territori de la Generalitat están considerando que los VAO sean también carril-moto en la B-23, C-31 o en la C-58. Pese a ello, el consistorio barcelonés ni siquiera acepta como prueba piloto permitir que las motos transiten por el doble carril bus-taxi de la Gran Via o en otros implantados de gran congestión en el tráfico y pluralidad de carriles de circulación, como la calle de Aragó o la avenida Diagonal.
Que en breve las motos puedan circular por los VAO e incluso en los arcenes de los accesos a la ciudad y que, en paralelo, se las condene a no hacerlo por el carril bus-taxi en Barcelona, describe la actitud “motofóbica” del Ayuntamiento. La aprobación de la quinta modificación de la Ordenanza de circulación ha sido una magnífica oportunidad perdida por los concejales, de gobierno y oposición, para defender la moto. No solo para que circulen por el carril bus-taxi, también para promover otras propuestas en su favor: nuevas plazas de aparcamiento, más zonas avanzadas en semáforos, velar por el respeto de distancias, supresión de obstáculos en calzadas (socavones, berlinesas y “juanolas”), etc.
Por si fuera poco, no solo no se protege al motorista, sino que lo único que han hecho es modificar la norma en lo concerniente casi exclusivamente al patinete y la han redactado mal e insuficientemente. Lo esencial, la obligación del casco, por ejemplo, ya se reflejaba en la Ley de Seguridad Viaria. En lo circunstancial, han aprobado cambios en la Ordenanza que no garantizan subsanar el caos actual.
Que la moto pueda circular por el carril bus-taxi no perjudica la velocidad comercial del transporte público y sí incrementa la seguridad de los motoristas. Reclamemos que con celeridad se acometa la sexta modificación de la Ordenanza y que, esta sí y por fin, habilite a las motos y ciclomotores en el acceso a su propio y compartido carril.