Increíble pero verdad. Hay gente que vive de espaldas a la realidad. En su particular burbuja. En un quiero y no puedo en el que visto a la mona de seda, sin ser consciente que aún vestida de seda mona se queda. Janet Sanz es todo un ejemplo. Después de ir de farol en la aprobación de las ordenanzas fiscales, ahora se inventa una ciudad alternativa para dar su apoyo a los presupuestos. Al margen de muchas consideraciones, los Comunes no son de fiar y así lo demuestra que en diez años han dilapidado su capital político.
Era patético leer la entrevista de Janet Sanz en La Vanguardia hablando de Colau. Dice que la exalcaldesa suma pero la exalcaldesa ha puesto pies en polvorosa dejando a su masovera al frente de un partido que se arroga ser el único progresista de Barcelona. Lo dice ella, pero no los barceloneses, como se puede comprobar en el barómetro municipal que la señora Sanz no debe ni saber leer, ni interpretar. Como son los únicos progres del mundo hace esta afirmación cuando se le pregunta por qué los Comunes no han entrado en el Gobierno municipal “no ha sido posible porque el PSC ha tonteado con la derecha, ha intentado hacer gobierno con Xavier Trias y después con ERC”. Estoy convencido que a Elisenda Alamany no le habrá sentado nada bien que los Comunes la sitúen en la derecha.
Y añade en un alarde de autoconvencimiento: “la cuestión es que un año y medio después de su investidura, Jaume Collboni sigue solo, solo y bastante ausente del día a día de la ciudad. Y el resultado es que ahora mismo, en diciembre del 2024, Barcelona en Comú gobierna desde la oposición y en el 2027 lo haremos desde la alcaldía”.
Simplemente, sonrío tras leer estas afirmaciones. Más vale solo que mal acompañado y, visto lo visto, el alcalde Collboni se las maneja bien solo. Por cierto, la que está sola es Ada Colau. La ciudad avanza con unos presupuestos mal que le pese a Janet Sanz, esa persona que se arroga ser de izquierdas porque critica a Collboni por qué regaló “el paseo de Gràcia y el centro de la ciudad a la Fórmula 1. Para nosotros esto simboliza las alfombras rojas para que los lobbies se sientan a gusto en la ciudad”. Tome nota señora Sanz: 30.000 personas encantadas y 300 manifestándose. Un cero de más a la derecha sí importa.
Más madera: “nuestro objetivo es que Barcelona vuelva a tener un gobierno cien por cien progresista en el 2027”. Eso lo dice porque considera que desde 2015 a 2023 la ciudad era de izquierdas, pero el decrecimiento no es de izquierdas por mucho que se empeñen. Sacar pecho por las superillas o por el 30% de reserva pública en las promociones de vivienda es miopía.
Llega a afirmar que en vivienda eliminar el 30% -que pretende ampliar al 50%- hará perder a Barcelona 18.000 viviendas es ser marciano. Vivir en una utopía irreal. Baste con consultar los datos: 18000 viviendas es una cifra que su amada Colau no consiguió hacer en 8 años de mandato.
Es lo que tiene vivir en una burbuja. ¿Quiere ser alternativa? ¿Por eso Colau desaparece de Barcelona cuatro años? El camino se demuestra andando, picando piedra, y no marchándose de paseo. Sanz dice que quiere gobernar desde la oposición, pues llega tarde porque hace un año lo intentó y Collboni sacó adelante sus presupuestos.
Después de leer con detenimiento los condicionantes que Sanz quiere plantear para aprobar los presupuestos, le diría al alcalde que más vale solo que mal acompañado. Que la percepción ciudadana ha cambiado, o está cambiando, en limpieza, seguridad, vivienda e incluso movilidad aunque en este tema queda mucho trecho por recorrer.
No se ate a los comunes porque andar con una soga al cuello y con los tobillos atados a una cadena no es son la mejores sugerencias. El barómetro indica que los Comunes no son lo que eran y el “pollo” que se ha vivido en El Prat -el grupo a la greña con alcalde quemado en la hoguera- demuestra que están con respiración asistida. Su proyecto, como el de Sumar, está en la UCI, pero Janet Sanz, como los zombis, todavía no lo sabe. De hecho, todavía piensa que tiene el voto de la izquierda de Barcelona. No ve por ceguera que el voto de izquierda está harto de los progres de salón. En 2015 lo dieron todo y ahora son conscientes de no tener nada y los votantes están de mudanzas a la Casa Gran, el PSC. Sanz vive de espaldas a la realidad y no ve que la mona está vestida de seda, pero sigue siendo mona.