El 23 de abril de 1976 salía a la calle el diario Avui, el primero que se editaba en catalán desde el final de la guerra civil. Justo un mes después aparecía El País, una cabecera concebida para toda España con una clara vocación democrática y pluralista. Y en octubre de 1978, nacía El Periódico de Catalunya, una publicación destinada al gran público que tenía el propósito de ampliar la base de la lectura de prensa diaria con un diseño popular y una línea editorial socialdemócrata y catalanista.
La muerte del dictador y el inicio de la transición habían dado lugar a una eclosión de libertades, empezando por las de expresión y opinión, antes incluso de las primeras elecciones democráticas y de la propia Constitución.
Avui abría una etapa de publicaciones en catalán, todas ellas deficitarias, alimentadas por empresarios nacionalistas cercanos a Jordi Pujol, primero, y por las ayudas públicas provenientes de las instituciones autonómicas, locales y provinciales después. El rotativo encarnaba la identificación entre nacionalismo, idioma y ciudadanía catalana que ya entonces dibujaba el pujolismo y que posteriormente fue asumido como relato incontestable por la práctica totalidad de las fuerzas políticas catalanas, incluida la izquierda.
Cuando mucho después, en octubre de 1997, Antonio Asensio, el editor de El Periódico, decidió elaborar la versión bilingüe, se llevó un buen chasco. Orgulloso de dar un paso que nadie hasta entonces había dado en Catalunya -poniendo en riesgo su patrimonio- fue a presentar el primer ejemplar al presidente de la Generalitat, quien le respondió, condescendiente, que estaba bien, pero que no era eso; que lo realmente valioso hubiera sido hacerlo solo en catalán.
Para los nacionalistas el bilingüismo no existe; o, mejor dicho, no debería existir. Ha sido su empeño y su error desde el principio: por eso no cesan los discursos fatalistas en torno a la lengua cuando en realidad está en su mejor momento. No quieren entender la normalización democrática como la entendemos el resto de los ciudadanos de Catalunya, incluso la gran mayoría del resto de España.
Por eso precisamente la edición simultánea en castellano y catalán de Metrópoli Abierta, el diario metropolitano líder en lectores e independiente gracias a una cuenta de resultados saneada, nos retrotrae y conecta con aquellos tiempos del viento fresco de la transición. Somos bilingües por propia elección, sin imposiciones, decididos defensores de un espacio abierto de encuentro para todos los catalanes, usen el idioma que usen y únicamente guiados por su libre albedrío.