Estamos jugando con fuego y todavía no somos conscientes de que nos podemos quemar. Esta semana Maurici Lucena, presidente de AENA, pronunciará una conferencia en el Foro La Vanguardia. No hay que ser un lince para vislumbrar que en esa conferencia el presidente de los aeropuertos españoles hablará de la ampliación de El Prat. Otra cosa es que el presidente concrete el contenido de lo que se está cociendo entre bambalinas para dar el pistoletazo de salida a una ampliación ansiada. 

Desconozco el contenido, ¡ya me gustaría saberlo!, pero ya es hora que se tome una decisión sobre el aeropuerto. Hace unos días, algunos fariseos se rasgaban las vestiduras porque El Prat era el quinto aeropuerto en inversión. Lo decían los mismos que se cargaron el proyecto hace tres años.

En fin, quedamos a la espera. ¿Habrá polémica? Seguro. No lo dudo, pero la polémica es sana y necesaria. Lo que no puede ser es la ausencia de gobierno porque gobernar “es tener valor e inteligencia para atreverse a pensar, decidir y actuar”, como decía Václav Havel, el expresidente de la República Checa.

En esto Salvador Illa se le parece. También la próxima semana el presidente actuará en otro foro, el de Expansión. Esperemos que para entonces haya fumata blanca. 

En política hay que ser decidido, sin duda, y valiente, todavía más, pero también previsor y tocando con los pies en el suelo. Lo digo a cuenta de una polémica que no tiene tanto glamour como nuestro aeropuerto pero que va de la mano de su ampliación y que afecta a todo el sector agroalimentario del Baix Llobregat. 

Durante la pandemia, el sector agroalimentario catalán estuvo a la altura dando respuesta a una población en shock y se alzaron voces reclamando la creación de un hub agroalimentario en el sur de Europa que diera respuesta a situaciones excepcionales, evidentemente, pero también a situaciones políticas y comerciales.

Dos situaciones: el impacto del Acuerdo con Mercosur y la UE y las extravagancias de Donad Trump. El acuerdo con Mercosur tiene claros y oscuros porque son productos que están fuera de los estándares de calidad de la UE y está por ver su impacto en los mismos productos de los países europeos. Recuerden que este fue uno de los puntos de las protestas agrícolas.

Y luego Trump, con sus desmanes, ha puesto en alerta a la industria agroalimentaria europea con su política arancelaria. De momento, solo hay que estar alerta porque la industria europea -española y catalana también- corren un serio peligro porque se pone en cuestión la garantía de suministro alimentario

Digo todo esto a cuento de que algunos tienen la intención de sacrificar la industria alimentaria del Baix Llobregat, buque insignia de los productos de proximidad en Mercabarna, con la ampliación de la ZEPA -asunto que acabará en los tribunales- y la industria, así en general con la creación de la Agencia de la Natura que incide en diferentes sectores, además de los agrícolas, para su desarrollo. 

Como se diría en catalán “ras y curt”, sí a la ampliación del aeropuerto para no quedarnos en el furgón de cola y sí a la industria agroalimentaria en momentos donde la garantía de suministro es primordial. Por eso, no entiendo que la actitud del Govern prime la estética en detrimento de un modelo de crecimiento.

La ZEPA es el resultado de una mala gestión y de una falta de inversión. Ahora la ampliamos para que esta mala gestión y falta de inversión se multiplique de forma exponencial.

Y la Agencia de la Natura no es más que más burocracia y duplicidad de funciones. Ambas fagocitarán a una industria agroalimentaria cada día más necesaria. Mientras, la ampliación -necesaria- del aeropuerto sigue durmiendo el sueño de los justos. Esta semana el consistorio puso el dedo en la llaga y reclamó la ampliación, pero ya no es hora de presionar sino de ejecutar. Ya no es hora de palabras, sino de hechos.

El presidente Illa, también el alcalde, debe recuperar la iniciativa porque la inanición es contagiosa. Es hora de jugar con fuego a riesgo de quemarse por un nuevo aeropuerto y por salud de nuestra industria agroalimentaria. ¡Y cuidado, no podemos perder ni lo uno ni lo otro!