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Pancartas que piden civismo / ALBA LOSADA

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Opinión

O respetas o te vas

"Además de derechos, tenemos obligaciones. Quien no las cumpla no está en condiciones de exigir los primeros. Debemos ser una sociedad de acogida, pero exigente. Todos hemos de cumplir las leyes y las Ordenanzas  y la inmigración también"

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“A donde fueres haz lo que vieres”, es un refrán que muchos hemos escuchado a nuestros padres y abuelos. Sintetiza una exigencia de respeto e integración en correspondencia hacia quien te abre la puerta de su casa y te acoge. España, su sociedad y nuestras ciudades han de ser un ejemplo de aperturismo exigente y sensato para los que allende nuestras fronteras buscan una oportunidad de vida.

Sin embargo, a quienes aquí acuden y hacen del delito su hábito, la expulsión de España ha de ser la única opción. En la actualidad y obligatoriamente, a aquellos extranjeros en situación ilegal que quieren regularizar su situación se les exigen la carencia de antecedentes penales en los últimos cinco años. Es decir, si eres un delincuente no tienes cabida entre nosotros.

Es el momento de plantear sin complejos otra cuestión. Es lo que denomino el arraigo cívico. No basta con la ausencia de un historial penal, sino que es preciso que el informe de arraigo social que emite, en sus propuesta o contenido, la Generalitat o el Ayuntamiento se incluya la valoración sobre la convivencia en la ciudad y con sus vecinos de aquellos que quieren ser uno más en nuestra comunidad. Si la misma es negativa, ha de ser determinante para que el informe también lo sea en el mismo sentido.

Los partidos deben perder los complejos e introducir la exigencia del arraigo cívico, con claridad en su definición y alcance, en la Ordenanza de Convivencia que deberá aprobarse las próximas semanas por el pleno municipal del Ayuntamiento de Barcelona. En el celebrado el pasado viernes Junts, PSC y PP (pese a que los populares no han presentado ni una sola alegación a la norma), dieron un primer y tímido paso al respecto.

En la información pública de la Ordenanza de Convivencia, en representación de la asociación Barcino5G, presenté 41 propuestas y, entre ellas, la acreditación del arraigo cívico. Una exigencia obligada a nacionales y extranjeros, pero que en el caso de estos últimos devenga precisa en el informe de arraigo social e imprescindible para su residencia y trabajo en nuestro país.

Un informe que ha de ser contrario si concurren reiterados comportamientos incívicos graves. No se trata de su emisión negativa por una simple falta administrativa, sino por unas conductas sucesivas en el tiempo y de una afectación ciudadana o urbana severa.

Esta falta de arraigo cívico también debiera extenderse a todos, a los de aquí y a los de allá, en otros criterios. Así, cuando se mantengan deudas con la Administración, además de ser un infractor de conductas graves y seguidas de las normas de convivencia, se les impida el acceso a servicios municipales no básicos (gimnasios o instalaciones deportivas públicas o eventos culturales, por ejemplo).

Y, en otro orden de cosas, esta arraigo cívico debe exigirse a cualquier solicitante de vivienda social un mínimo de diez años de residencia legal, cívica y continuada en la ciudad. Un piso público es un bien escaso y caro y, por lo tanto, debe condicionarse su acceso a una voluntad de permanencia, legalidad e integración. Una petición que ya formulé en el año 2007 y que confío sea ahora aceptada.

Además de derechos, tenemos obligaciones. Quien no las cumpla no está en condiciones de exigir los primeros. Debemos ser una sociedad de acogida, pero exigente. Todos hemos de cumplir las leyes y las Ordenanzas  y la inmigración también, y, entre ellas, las de extranjería. Un respeto al ordenamiento jurídico igual al exigido a los nacionales. La legalidad, la integración y el respeto conllevan dar oportunidades de vida a quienes aquí deseen arraigar y posibilitar los medios para que el ascensor social funcione. El progreso y el bienestar lo ha de ser de todos sin diferenciar nacionalidades de origen al ser todos una misma comunidad.

Un informe negativo de arraigo cívico no es una exclusión como sostienen algunos falsos progresistas. Es la autoexclusión de aquel que debiera ser el primer interesado en obtenerlo en sentido positivo, pero que su conducta reiterada, grave y contraria a la convivencia lo impide. Las puertas están abiertas, pero con condiciones, y no las hay giratorias para quien el mismo se las cierra. Sin excepción, se ha  de saber que, en Barcelona, en Catalunya y en España, si no respetas, te vas.