En un mundo cada vez más global e impersonal, Gabriel Sesma reivindica la proximidad y el trato humano. Doctor especialista en cirugía plástica, reparadora, estética y microcirugía, ejerce su actividad en Barcelona y Zaragoza. En una misma jornada puede operar, pasar revisión y atender a sus pacientes. Y, ocasionalmente, recibe una llamada a altas horas de la noche. El motivo suele ser una complicación y él no duda en desplazarse a la Clínica Diagonal o a la consulta del instituto que lleva su nombre en una céntrica calle de Barcelona. Aunque sea sábado, Sesma busca la mejor solución. El paciente y sus familiares lo agradecen, sobre todo si se trata de una chica joven que se recupera de una grave lesión en una pierna. Dos meses después de una compleja intervención, ella corre y salta. Es el momento del éxito.
¿Cómo influyó que su padre fuera médico en su vocación por la medicina?
Totalmente. Desde pequeñito quería ser médico porque mi padre fue el espejo de mi vida y quería parecerme a él. Cuando tenía cuatro o cinco años, ya decía que de mayor sería médico y mis comentarios caían en gracia a los amigos de mi familia.
Usted sostiene que la comunicación con el paciente es fundamental.
Sí. No podemos olvidar que somos médicos y debemos tratar a la persona en su conjunto. Debemos buscar soluciones para evaluar cada enfermedad, que viene acompañada de su entorno psicológico, familar, etcétera. Detrás de un cirujano plástico, reconstructor o estético, sigue existiendo el médico que un día acabó la carrera de medicina. Yo entonces no sabía qué especialidad escogería e, inicialmente, decido ser médico de pueblo. Durante cinco años ejercí la medicina en Tauste, en una población rural de la provincia de Zaragoza, en contacto con los pacientes, y allí descubro mi pasión por la cirugía plástica. Hoy sigo siendo el mismo médico de pueblo que fui entonces.
¿Por qué se decantó por la cirugía?
Al llegar al medio rural tenía unos conocimientos justos, pero disponía de tiempo y empecé a suturar las heridas de los pacientes. Comencé a hacer unas suturas más finas y me percaté de que las cicatrices quedaban mejor. Entonces, cuando eres joven, tienes un ego y te lo empiezas a creer. A Tauste llegó un pediatra que tenía pánico a las heridas y me enviaba los niños que se accidentaban. También recibía a personas de la comarca para que les suturara las heridas. En esta historia hay un día clave.
¿La puede explicar?
Fue un sábado por la noche y recibo a un padre con un niño de dos años que tiene la mano envuelta y llena de sangre. Al descubrirla veo que le falta una parte del dedo, lesión motivada por una escalera de tijera al cerrarla. Se me ocurrió preguntarle, casi inconscientemente, por el trozo de dedo que faltaba y se fue a casa a buscarlo. Entonces no sabía qué hacer, pero se me ocurrió que podía recolocarlo suturándolo con cuatro puntitos y un vendaje. Al cabo de una semana comprobé que el trozo de dedo se había pegado y ese día descubrí lo que ya se había inventado: el injerto, que es la primera cosa que debe dominar un cirujano plástico. Aquella experiencia fue tan fascinante que tergiversó mi cerebro de tal manera que decidí dedicarme a la cirugía plástica. Y aquí seguimos.
Usted es un médico sin horarios.
En Barcelona, como en cualquier gran ciudad, hay una despersonalización en la salud pública. El modelo actual comporta que un cirujano opere a un paciente y unas horas después esta misma persona reciba la visita del cirujano de guardia. Y al día siguiente se encuentra con otro doctor. No hay una relación directa entre el cirujano y el paciente durante las 24 horas del día. Yo igual tengo menos calidad de vida, pero seguiré atendiendo las inquietudes del paciente para que esté más tranquilo. Pero no sólo por este motivo. Cuando paso a ver un paciente después de haber cenado, a las 10 de la noche, también lo hago por mí mismo y por mi tranquilidad. La telefonía móvil nos permite estar siempre localizables y, obviamente, alguna comida o cena queda interrumpida de vez en cuando. Por eso digo que yo no tengo horarios.
En su página web destaca que sentirse bien va asociado a la belleza, el bienestar y la salud.
Las personas nos encontramos bien cuando no tenemos nada que nos acompleje y, además, debemos dar una imagen social a nuestro entorno. La persona delgada, que cuida su aspecto físico, su vestimenta, que es correcta, educada y respetuosa vive con una felicidad interior. Eso no quiere decir que alguien muy dejado no pueda ser feliz.
¿Las intervenciones estéticas entre mujeres y hombres van acercándose?
No. El hombre suele tener más miedo a pasar por un quirófano y se lo piensa mucho. En nuestra consulta, el porcentaje sería de 95 mujeres y 5 hombres de cada 100 pacientes. Me quedo parado cuando leo que el porcentaje en otras consultas es similar.
¿Qué intervenciones tienen una mayor demanda para un cirujano plástico?
En la cirugía plástica debemos distinguir entre la cirugía reconstructiva y la estética. Dentro de la segunda modalidad, la operación reina en la sociedad actual es el aumento del volumen mamario porque muchas mujeres quieren tener un pecho más grande y bonito, y es algo factible dentro de la realidad quirúrgica. No es una intervención complicada y los resultados son altamente positivos. También tenemos una gran demanda de rinoplastias, rejuvenecimiento facial, lipoesculturas, abdominoplastias y reducciones de pecho. Dentro de la cirugía plástica reconstructiva, el cáncer de mama también ofrece, actualmente, curaciones más completas.
¿Qué cirugía reconstructiva es más complicada?
El mayor reto, probablemente, sea cuando te enfrentas a una persona accidentada, con una pérdida de sustancia, de masa muscular o cutánea. Entonces tienes que hacer una valoración de lo que tú harías en función de los resortes terapéuticos que tienes. En el quirófano todos somos técnicos y, en la cirugía, lo verdaderamente importante es la indicación. Precisar lo que debemos hacer y si tenemos que actuar inmediatamente o esperar un tiempo. La toma decisiones es muy importante, por ejemplo,en una pierna con un orificio en la rodilla, o con exposición del hueso. Siempre hay que manejarse con sentido común y que el paciente no corra riesgos, siendo conscientes de que lo importante es el final del proceso. Por ejemplo, ver a una niña correr después de una lesión muy grave en una pierna. Los pacientes son los verdaderos héroes y, tras operar a una niña de 11 años, estoy seguro de que ella acabará estudiando medicina porque esa experiencia la marcó muchísimo.
¿Cómo deben encarar médico y paciente una reconstrucción mamaria o de una pierna muy dañada?
Con confianza, porque no queda más remedio. Lo más importante es que haya un feeling bidireccional entre el médico y el paciente. Ambos detectan si lo hay o no. Es muy importante que el paciente confíe en el cirujano, que entienda la complejidad de la intervención y lo que van a hacerle. En el post-operatorio, ambos van relajándose y vuelven a sonreír cuando ya han pasado 48 horas y todo va bien.
¿Cuál cree usted que es el modelo sanitario ideal?
El que no contempla el dinero. La sanidad no se puede evaluar en euros sino en resultados. En la privada, el paciente siempre tiene como referente el médico que le trata porque lo tiene a su disposición durante las 24 horas del día. La pública, en cambio, se confecciona y se hace desde la impersonalidad. Tú eres un paciente del sistema, del servicio, y la conexión humana desaparece. La sanidad pública tiene grandísimos profesionales por una salarios bajos. Son personas con un gran espíritu de colaboración, muy bien formadas y preparadas. Si yo no formo parte de la sanidad pública es porque cuando quise no pude y, posteriormente, he orientado mi trabajo a través de la sanidad privada.
¿Y el sistema sanitario español es un referente a pesar de las largas colas y los conflictos que padecen algunos hospitales?
Sin duda. Es uno delos mejores de Europa. Se ha profesionalizado mucho en las últimas décadas. Los quirófanos abren a las 8 de la mañana y hay un gran rigor por parte de los doctores. Madrid y Barcelona siguen siendo las grandes referencias, pero en el resto de España hay profesionales igual o mejores.