Más que un festival de cine es un espacio de reflexión y debate en el que se proyectan películas. El Barcelona Creative Commons Film Festival celebra su 8ª edición hasta el próximo domingo convertido en un referente de la cultura libre que genera discusiones en torno a temas de gran calado social. Este año quieren dar visibilidad a obras que relatan las luchas de comunidades que se resisten a ser pisoteadas por la inercia globalizadora y que organizan sus vidas a partir de valores como la cooperación y el cuidado mutuo.

Pero más allá de la programación, la gran innovación del BccN es que proyecta películas con una licencia libre Creative Commons, es decir, que permiten el uso y la copia derivada con fines no lucrativos. “Nuestro objetivo es facilitar la circulación del conocimiento y la cultura. Y eso significa hacerlo accesible a todo el mundo”, explica Fernando Paniagua, uno de los coordinadores de Panorama 180, la asociación detrás del festival. Al mismo tiempo eso permite dar visibilidad a “directores que de otra forma tienen muchas dificultades para entrar en el circuito de festivales”.

EL FESTIVAL SE REPLICA

El BccN se creó en 2010 y con la propia inercia del día a día surgió una nueva idea: “Ya que todas las películas tenían una licencia libre, sería interesante hacer lo mismo con el festival”. Así, en 2012 empezaron un proyecto paralelo para facilitar la réplica del certamen en cualquier parte del mundo. “Cualquier entidad interesada en copiar el festival solo tiene que demostrar que no tiene afán de lucro y que respetará las licencias de las películas”, señala Paniagua. Y habla de “copia” porque es precisamente lo que buscan. “Queremos que nos copien”.

A partir de ahí se les envía un enlace de descarga con las películas, el spot, la cartelera... Todo lo necesario para montar un festival. “Lo único que tienen que hacer es encontrar un lugar para proyectar las películas, el resto se lo damos todo”. El concepto es tan sencillo y atractivo que en cinco años se han hecho más de 30 copias del festival en México, Perú, Colombia e incluso en Polonia y Rumanía. “Cada copia decide cómo gestiona el contenido y qué proyecta”, añade. Hay una relación de confianza y de red que ha dado lugar a modelos muy distintos.

Muestra de carteles de diversas ediciones del BccN / INTI GAJARDO



NUEVA WEB CCWORLD

Una de las grandes novedades de la presente edición es la presentación de la web CCWorld Red de Comunes Audiovisuales, que servirá para dar visibilidad a las réplicas de los festivales, pero “la idea es que la red esté cada vez más descentralizada”, según Paniagua. “Somos provocadores e instigadores, pero no queremos ser los gestores de la red porque no tendría sentido”. Por ahora es el BccN el que hace la selección de películas y la pone a disposición de la red, aunque con el tiempo cada nodo de la red podrá hacer sus contribuciones y montar festivales a medida.

De momento ya hay 20 copias sólidas del BccN. “Queremos consolidar lo que ya tenemos y lograr que surjan más comunidades en todo el mundo”. Uno de los retos que tienen pendientes es la barrera del idioma y con la nueva web trabajarán para entrar en los países anglófonos y “liarla un poco más gorda”, dice riendo. Otro de los objetivos de la nueva página es conseguir que los directores “se animen e incorporen a la red sus películas en lugar de dejarlas en un cajón porque ningún festival clase A las ha querido proyectar” y, con un poco suerte, que se vean en 30 sitios de todo el mundo.

“Nuestra intuición nos dice que crearemos una red muy amplia que detectará contenidos que normalmente tienen un recorrido muy corto porque son muy locales”, dice. De hecho, ya les ha ocurrido en alguna ocasión. Un director que pensaba que su película solo se vería en Barcelona y de repente le llegan solicitudes para proyectarla en Lima, Praga o Bogotá. “Estos directores muchas veces han hecho un esfuerzo heroico para hacer una película y no tienen la difusión que merecen”.

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