José María Peiró es uno de los grandes nombres de la moda para novias. Entiende su profesión como se hacía antes, algo personal y único para cada mujer, huyendo de las producciones en serie que nos uniforman a todos. El día de la boda es muy importante para la gran protagonista, la novia, y su vestido debe ser único y transmitir su personalidad. A José María le gustan los barrios populares, los que fueron hace años algo “canallas”, y donde se mezclan gentes de distinta procedencia y condición. Le fascina el Born y, muy en especial, su emblemática iglesia de Santa María del Mar.

¿Qué ves en Santa María del Mar que tanto te atrae?

Yo no soy una persona religiosa, pero cuando entro en esta iglesia, reconozco que me invade una paz interior muy potente. Tiene una luminosidad especial que lo hace un lugar único, irrepetible. También su historia es especial, ya que se construyó con las donaciones y el trabajo de los habitantes del Barrio de la Ribera y de la zona del puerto. Era algo hecho por el pueblo para el pueblo, todo lo contrario de la Catedral, que se vinculaba a las altas jerarquías. Creo que se diseñó pensando en aprovechar al máximo la luz natural y, es por eso, que se aparta de otras iglesias que a menudo son más lúgubres. Capta toda la luz que le da su proximidad al mar. Siempre que puedo me dejo caer por allí, paseo por el barrio y entro en la iglesia.

Y el Born, el barrio donde se ubica, también tiene algo especial, ¿no?

Por supuesto, especialmente tal y como era antes. Ahora es una zona muy turística y con muchas tiendas de diseño, pero no hace tantos años era un barrio poco frecuentado por la mayoría de barceloneses y donde no encontrabas a ningún turista. Era una zona bastante degradada, pero con unos restaurantes y bares muy auténticos, muy de barrio “canalla”, donde encontrabas mezclada todo tipo de gente. Siempre me han gustado este tipo de barrios, los que se salen de lo estándar, los que tienen vida propia.

¿También te debe gustar la Barceloneta entonces?

Me encanta, pero igual que te comentaba del Born, me gustaba la Barceloneta de antes. Yo ya iba hace muchos años al Club Natació Barcelona, cuando todavía no era mixto, y al salir del recinto me perdía por el barrio e iba a todas esas míticas tascas que poco a poco están desapareciendo. Igual que en el caso del Born, el barrio ha perdido esencia por la afluencia masiva de turistas. Pero que se le va a hacer, es lo que nos toca vivir y también tiene muchas cosas buenas.

"En el caso del Born, el barrio ha perdido esencia por la afluencia masiva de turistas"

Hablemos de tu trabajo. ¿Empezaste muy joven verdad?

Muy, muy joven, tenía solo 16 años. Yo era muy mal estudiante, buena persona y simpático, pero mal estudiante. Era hiperactivo y me aburría mucho en clase. Los profesores me querían mucho, pero la verdad es que no sabían qué hacer conmigo. Un amigo me comentó la posibilidad de entrar de aprendiz en el taller de una empresa de confección de ropa de novias y me fui para allí. La verdad es que me adapté muy bien y me gustó mucho aquel mundo. Supongo que, porque siempre me ha gustado más el mundo femenino que el masculino, me he sentido siempre mejor entre mujeres y no me gustan cosas como el futbol, que teóricamente le tenían que gustar a todos los hombres.

¿Te venía la vocación de familia?

En absoluto. No tengo ningún antecedente en la familia, nadie se dedicaba ni remotamente a la moda. Es cierto que desde muy pequeño me gustaba la ropa, me fijaba mucho en cómo vestía la gente y me encantaba ver a personas que vestían diferente de los demás, que reflejaban su personalidad en la ropa que elegían para ponerse. Me encanta hablar, pero me fascina ese otro lenguaje, esa otra forma de comunicarte, a través de tu estilo, de la ropa que te pones. Y lo que siempre me había gustado y se me daba bien era dibujar. Y después de un par de años haciendo de todo en el taller, recados, cafés, lo que hiciera falta, tuve la oportunidad de empezar a mostrar mi habilidad diseñando. Me disgustaba que las patronistas siempre utilizaran los mismos diseños que copiaban una y otra vez, así que yo les hacía propuestas propias. Una de ellas gustó, la cogieron para desarrollar el modelo y eso me convirtió con 19 años en diseñador de la empresa.

José María Peiró posando



Y ahí empieza todo.

Sí, todo fue muy rápido. A los 21 años fundé mi primera empresa de ropa de novia. Trabajé mucho, arriesgué el dinero que no tenía, pero salió bien. Eran otros tiempos y un banco podía prestarte el dinero si creían en tu proyecto, ¡aunque a mí me costó que me lo dieran! Al cabo de unos años fundé junto a Jesús Díez la marca Jesús Peiró, su nombre y mi apellido. La empresa fue creciendo hasta llegar a ser grande y tener un éxito considerable. Pero llegó un día en que me di cuenta que ya era demasiado grande para mí y que no podía trabajar de la forma personal y artesanal que a mí me gusta. ¡Aunque debo reconocer que todavía hay gente que me llama Jesús, aunque no sea mi nombre! Yo era la cara visible de la marca y todo el mundo creía que me llamaba así.

¿Vuelta a los orígenes?

Se puede decir así. En los últimos años la moda ha cambiado radicalmente. La irrupción del pret a porter, de la ropa confeccionada en serie, acabó con la profesión de modisto. Cerraron prácticamente todos los que había en Barcelona y, los pocos que quedamos ahora, somos los que nos dedicamos a la novia. Es un tipo de vestido distinto, para una ocasión muy especial, y las mujeres invierten más dinero en él. Sino, sería imposible sobrevivir con mi método de trabajo. Pero es como a mí me gusta trabajar, creando cada modelo para la mujer que lo llevará, nada en serie, nada repetitivo. Sólo en una primera reunión con la novia, podemos estar dos horas. Necesito conocerla, saber qué le gusta, con qué se siente cómoda y como imagina su boda.

"A mí me gusta trabajar creando cada modelo para la mujer que lo llevará, nada en serie, nada repetitivo"

¿Ha cambiado mucho el vestido de novia en los últimos años?

Radicalmente, aunque siga siendo muy reconocible. Ten en cuenta que las bodas se celebran mayoritariamente fuera de las ciudades, en entornos más rurales. También la edad de las novias ha variado en los últimos años. Antes tenían entre 20 y 25 años y ahora lo normal es que tengan entre 35 y 40. Son mujeres con una personalidad totalmente formada, fuerte, y su vestido debe reflejar esa característica. Saben bien lo que quieren y nuestro trabajo es encontrar la mejor forma de hacerlo. Otro concepto que ha cambiado es el de la celebración en sí. Es un acto ceremonial, pero es también una fiesta y la protagonista la quiere disfrutar, quiere ir lo suficientemente cómoda para poder bailar y divertirse. Yo cuido mucho este aspecto y por eso trabajo siempre con tejidos naturales, seda, algodón, que te brindan elegancia y comodidad al mismo tiempo. Los tiempos de la novia “princesa” han pasado.

¿Cómo te inspiras?

Hablando con ellas, escuchando cómo imaginan su fiesta. Tengo la suerte, tanto aquí como en Madrid, de poder tratar personalmente con ellas y entender lo que quieren. Mis clientas tienen buen gusto y quieren destacar sin ir disfrazadas. Es primordial también saber dónde se celebrará la boda, el entorno. Si te casas en una masía o en un pazo, tu vestido debe estar acorde con ese entorno natural, no tiene nada que ver con el que llevarías si te casas en la ciudad. Así que mi inspiración la busco en la mujer que se casa y en el entorno donde se casará.

José María Peiró con una modelo vistiendo uno de sus diseños



Antes hablabas de la comodidad. ¿Te piden dos vestidos, uno para la ceremonia y otro para la fiesta?

No, no, eso es una leyenda urbana que ya he oído un montón de veces. Puede ser que las grandes firmas, en bodas de famosas les regalen dos, tres, cinco o diez vestidos para que los luzcan y aparezcan en los medios. Pero si hablamos de gente normal, las novias quieren un solo vestido, eso sí, que sea elegante y cómodo. Es un concepto que ha aparecido en los últimos años. Antes la novia debía ir guapa, pero a nadie se le ocurría pensar en que fuera cómoda o no. Por eso antes te comentaba que el tipo de tejido es muy importante y, los rasos y tejidos más rígidos de hace unos años, han dejado paso a la seda y el algodón.

No eres muy amante de ferias y desfiles ¿no?

La verdad es que no demasiado. Hago pocos desfiles y solo cuando me proponen un lugar que me atrae, que me dice algo, como uno que he hecho recientemente en el Palacio de la Cibeles de Madrid o el que hice en el Hivernacle del Parc de la Ciutadella, sitios especiales, con personalidad, preciosos. Las ferias me aburren porque se hace siempre lo mismo en los mismos sitios, no hay imaginación. Para alguien creativo tienen muy poco atractivo. No voy a ninguna feria ni como espectador. La única que me gusta es la de alta costura de París, porque cada diseñador elige dónde quiere hacer su desfile y el resultado es siempre sorprendente y único. Además, hoy en día, con el mundo de las redes sociales a nuestro alcance, las distancias se han hecho muy pequeñas y te puedes dar a conocer en cualquier lugar del mundo sin necesidad de acudir a ferias. Nosotros tenemos producto de nuestra línea pret a porter en varios países europeos y en Japón, y no he tenido la necesidad de acudir a ferias internacionales para que quisieran trabajar conmigo. ¡El mundo se ha reducido mucho si sabes utilizar los canales que la tecnología te ofrece!

¿Y qué hace José María Peiró cuando no trabaja?

Pues la verdad es que cuando no trabajo, trabajo. ¡En serio, pienso que cuanto más mayor me hago más tonto me vuelvo! Cada vez tengo menos tiempo libre y es algo que no me gusta, debería tener más tiempo para disfrutar con mi mujer y mis hijos. Tengo una masía en el Empordà que nos encanta, pero a la que cada vez podemos ir menos. También me encanta la música y el cine. En fin, que me tengo que replantear cosas e intentar tener más tiempo libre.

José María Peiró entre modelos vistiendo uno de sus diseños



Acabamos. Consejos para las nuevas generaciones que se quieren dedicar a la moda.

Que vayan con cuidado. Sale muchísima gente de las academias, bien formada, pero el mercado laboral es muy reducido. Es un mundo que desde fuera se ve muy atractivo, muy llamativo, pero es un mercado difícil. Los grandes productores no diseñan, tienen a gente viajando, comprando y ellos copian lo que les gusta. Es triste. Si invirtieran todo el dinero que gastan en ese proceso en contratar talento joven, podrían tener un batallón de diseñadores. Pero, tristemente, es lo que hay. Si quitamos las grandes marcas de lujo que raramente contratan gente recién salida de la academia, las marcas digamos medias están pasando un momento realmente complicado y las grandes funcionan como te comentaba. Así que creo que lo mejor es que aprendan confección y patronaje en serio, que aprendan el negocio en esencia y que se centren en hacer sus propias creaciones, solos o colaborando con otros, que creen su pequeño espacio en el sector.

José María es una persona divertida y amable, no sé si hiperactivo como él dice, pero sin duda es un trabajador incansable. También tiene el punto “canalla” de los barrios que tanto le gustan. En todos los años que lleva vistiendo novias han pasado por sus manos muchas mujeres a las que ha ayudado a sentirse guapas en su gran día y, quien sabe, tal vez muchas de ellas hayan lucido sus creaciones bajo la luz inigualable de Santa María del Mar.

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