José Sacristán
Cuando vuelve a Barcelona, José Sacristán llena teatros. Con su versión de Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes, la ciudad disfruta el arte dramático elegante, sobrio y clásico. Tiene su voz la sabiduría de la edad avanzada, la emoción de quien llega a la ancianidad con la inteligencia que cura y no envejece. El castellano pluscuamperfecto de Delibes y Sacristán sobrevuela la sala con levedad de espiga de trigo y dureza de mármol. Se nota en el texto y contexto que escribe y habla bien quien supo acariciar y retiene algo de alma campesina.
Como los mejores poemas, ciertas frases de Delibes no son para leerlas, sino para recordarlas. Como cuando dice que su mujer y madre de sus siete hijos “con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. Además de su fraternal amistad, hay cierta semblanza entre escritor y actor. Son los ojos tristes de quienes han visto y sufrido mucho, con el poso de los seres amados y perdidos.
Declara Sacristán que ve “una ola de lo políticamente correcto" que le parece "absolutamente estúpido y una necedad". Conocí la censura franquista y era terrible. Hay una gilipollez latente en el cuidado, la precaución y la prevención de no herir ciertas susceptibilidades”. “Escucho a cierta clase política hablar de represión y no tiene absolutamente nada que ver con una sociedad represora y con lo que ocurría en aquellos años”. Palabra de clásico.