Nacido en Olot, Pere Macias es un político convergente que no parece surgido de la Catalunya profunda y cerril. Doctor, profesor, consejero y senador, es un catalán tranquilo, sesudo y agradable conversador. Ahora coordina la oficina de Rodalies en Catalunya y asegura que Adif invierte como nunca lo había hecho en Catalunya y mucho más que en Madrid. Otra cosa es que no se note a causa de las continuadas incidencias. Practica, sin embargo, la autocrítica y no niega lo que es evidente, actitud que le honra y que es difícil de encontrar en Catalunya. También dice verdades, aunque sea en su autodefensa entre el caos ferroviario. Y recuerda que parte del desbarajuste se debe a que hay obras en marcha para mejorar el servicio.

Como doctor ingeniero, tiene Macias un cerebro bien estructurado y practica la metodología de que antes de ordenar hay que desordenar. Como político, es un nacionalista que desquicia a los independentistas de nuevo cuño. Paradoja de un hombre respetado y bien considerado por los convergentes de antes, los socialistas y hasta por el PP. De natural pragmático, su especialidad son los pactos. Algo que ya demostró con su defensa, promoción y padrinazgo de Santi Vila como alcalde de Figueres, a pesar de las reticencias y oposición de los carcas de la desaparecida Unió por su orientación sexual. Lo que demuestra su acierto a la hora de captar nuevos talentos de la política. Para retratar a Macias sólo hay que recorrer a la hemeroteca, a poder viajar en AVE a las cuatro capitales de Catalunya, o pasear por la estación de Francia, donde tiene su despacho y un personal ejemplar de atención al cliente.

 

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