El Tribunal de Cuentas ha multado con casi 300.000 euros a Manuel Valls por haber incumplido las normativas de gastos durante la campaña electoral, cuando se presentó a las elecciones municipales de Barcelona con su partido, Barcelona pel Canvi. El que fue la gran esperanza liberal para desalojar a Ada Colau del Ayuntamiento jugó sucio, hizo trampas y se saltó varias normas electorales. El total de la sanción se desglosa en 276.698,28 euros, de los que 25.000 son por haber incumplido un artículo de la Ley Orgánica del Régimen Electoral y el resto por haber vulnerado la Ley Orgánica sobre la financiación de los partidos políticos.

A la decepción que causó cuando perdió las elecciones, regaló la vara de mando a Colau y se marchó de Barcelona, se suman sus tejemanejes para financiar a su partido, con lo cual hizo un doble mal servicio a la ciudad con consecuencias que aún se pagan. Una fue ser cómplice necesario de los despropósitos y la pésima gestión de la alcaldesa, que empobrece a Barcelona, aumenta su mala fama, su delincuencia, su suciedad y su decadencia acelerada. La otra, propagar la imagen de falsedad, hipocresía y mediocridad de la clase política municipal. Porque sus trapisondas han saltado a diarios franceses tan ideológicamente distantes como Le Monde y Libération. Ambos destacan la “mala racha” y el cúmulo de problemas y fracasos del ex ministro francés, que deberá rascarse el bolsillo en Barcelona por falsear gastos indebidos hasta en publicidad “cuando no le faltaban medios económicos”. Y Valls sólo ha sido otra esperanza desesperanzada.

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