¿Lloret o San Francisco? Desde posiciones de partida distintas, pero con consensos posibles. De la discusión a acuerdos concretos. ¿Qué supone Barcelona cuando se quiere hablar de modelos económicos, de rivalidades políticas, de retos sociales? Lo ha planteado Metrópoli, con un debate necesario, a pocas semanas ya de las elecciones municipales del 28 de mayo. Los protagonistas son Miquel Puig (Tarragona, 1954), economista, secretario de Asuntos Económicos del Govern, que acaba de publicar La ciutat insatisfeta, tot el que Barcelona pot arribar a ser (Ara Llibres), y Antonio Baños, periodista, escritor y activista social (Barcelona, 1967), autor del también reciente Barcelona no té solució (Viena editorial) El reto es saber si Barcelona ha crecido a partir de un doble modelo, el basado en el turismo y en el tecnológico, dónde está y dónde podría estar en el futuro. ¿Está más cerca de Lloret o de San Francisco?
Puig y Baños consideran que ha habido una “carta posible”, en palabras del periodista, que fue la que se emprendió a partir de los Juegos Olímpicos, pero que ya había arrancado antes, con Pasqual Maragall muy interesado por lo que sucedía en ciudades de Estados Unidos como Baltimore, donde fue a estudiar. Esa carta se basaba “en unos pocos conceptos, claros, como Mediterraneidad, ciudad culta, turística, de negocios”, que podía atraer turistas, talento e inversiones.
Eso “ha sido un éxito”, considera Puig, pero esa jugada, que no podía ser otra para salir de la parálisis de una ciudad industrial que pasa por la crisis de los años 80, como tantas otras ciudades industriales, debe dar paso a otro modelo, más basado en la tecnología y en “la nueva industria”, a juicio de Baños.
Barcelona “es ahora una mezcla entre Lloret y San Francisco, y debe saber combinar diferentes aspectos, para saber qué le interesa a medio y largo plazo”, a juicio de Puig. Lo que se plantea no es renunciar al turismo, pero sí a reorientarlo. “Está claro que el problema es que somos 100 y quieren vivir en Barcelona 120, y a esos 20 se les expulsa a través de los precios”, señala con crudeza el economista. ¿La solución? Un turismo de mayor calidad, que suba los precios, y reduzca el número, y “conexiones ferroviarias para conectar mejor las distintas coronas de Barcelona”, según Puig, que posibilitaría una salida para construir vivienda y descongestionar el área metropolitana. Porque ese es el gran problema, la vivienda. "En los Juegos Olímpicos se puso mucho cemento, nada en vivienda social", remacha Puig.
Tanto Baños como Puig entienden que, pese a las rivalidades, los cuatro candidatos con opciones para ganar la alcaldía de Barcelona “son maragallistas”. Tanto Ada Colau, como Ernest Maragall (“éste por carnet de identidad), como Jaume Collboni o Xavier Trias, defienden, con matices, “el mismo modelo, que se ve que no puede continuar igual, que es la carta de Marcalona”, según Baños, jugando con el vocablo de marca y Barcelona.
Pero, ¿cómo? Lo que está en juego es más que la ciudad de Barcelona, es, de hecho, Catalunya. Para Miquel Puig, “está claro que el Govern del área metropolitana debe ser el Govern de la Generalitat, o, dicho de otro modo, que el alcalde de Barcelona debe serlo el presidente de la Generalitat”. Es decir, que se priorice toda el área metropolitana, y que se trabaje para conectarla “con ferrocarril, que es la gran carencia que hemos tenido”, con los distintos corredores que conducen al resto de Catalunya.
¿El procés fue, en gran medida una reacción a la pérdida de peso de Barcelona? Baños estima que, en parte, sí, porque Barcelona “se vio sin instrumentos de autogobierno”, mientras que Madrid “cumple a la perfección sus dos características, en forma y en función, como capital de un Estado, con funcionarios y como plaza financiera”. ¿Y Barcelona? “Es una ciudad de provincias, como lo pueda ser Lugo o Valladolid, aunque no quiera serlo”, precisa.
Entonces, ¿qué conexión con el mundo? Miquel Puig lo tiene claro, al dejar de lado el debate sobre el aeropuerto de El Prat tal y como se ha planteado. “Lo realmente importante es saber si podremos tener vuelos con la costa Oeste de Estados Unidos y con el Pacífico, y saber qué tipo de pista es necesaria para ello”.
Eso es lo que permitiría dar un salto, a juicio de Puig, para que Barcelona “se oriente más hacia San Francisco que hacia Lloret”.