Criticaba las incidencias de Renfe el conseller de la Generalitat, Juli Fernández Olivares, cuando un tren de los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC) se equivocó de vía y llevó a Sabadell al pasaje que iba a Terrassa. Como Fernández fue alcalde de Sabadell, cabe la posibilidad de que el inconsciente del azar le traicionara o que el maquinista quisiera hacer méritos ante el prócer de ERC. Sea como fuere, la incidencia ha generado gran indignación a los usuarios de los populares ferrocatas, que ya andan quemados con el mal servicio desde aquel incendio de la catenaria que tuvo lugar en Masquefa el año 2021. El que ahora ha dejado en ridículo a Fernández, a su jefe de la gestoría de la plaza Sant Jaume y a su doble vara de medir.
A pesar de las críticas por la “falta de profesionalidad” que impera en los FGC, el consejero de Territorio no ha comparecido en TVNodo3 como sí lo hizo cuando un tren de Renfe sufrió un incendio en Manlleu. Sacando rédito electoral de la paja en ojo ajeno y ocultando su viga en el propio, Fernández es de aquellos políticos que van de simpáticos por la vida, quizá porque estudió marketing farmacéutico y fue jefe de compras de un laboratorio. Luciendo vestimenta de dandi desfasado y manicura en los dedos de las manos, el boticario de carrera parece más ocupado en su imagen algo grotesca y en su narcisismo que en su faena. Y ahora le ha tocado probar su propia y amarga medicina.