El  concejal de Educación en funciones, Pau González Val, deja un lío monumental y descontento generalizado en el inicio de curso y los horarios de apertura de las guarderías y preescolar. Su ineptitud y su fracaso se vieron venir desde aquel 2021, cuando Ada Colau le nombró a dedo a pesar de su falta de experiencia en todo lo que tocaba desde que dejó de conducir metros y comenzó a vivir del cuento como becario y asesor.

Individuo polifacético, entre sus anteriores trabajos figuran empleos como agente de Atención al cliente en el Metro y operador de atracciones en el Parque de Atracciones Tibidabo. A partir de aquí, cargos y carguitos en chiringos adalibanes como el Consejo de la Juventud de Barcelona cuando ya no tenía edad para ir de joven. Entrometido también en el llamado Moviment Laic i Progressista y en los Esplais Catalans, presume de nivel C de catalán y nivel avanzado de castellano. Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra, su título no le ha servido de nada útil para la ciudad.

Eliminado ya en las pasadas elecciones, su carrera de despropósitos y declaraciones ridículas en eventos como el Día Internacional de la Ciudad Educadora, se va del consistorio de una ciudad que está en los más bajos índices europeos de comprensión lectora de los estudiantes y en los más altos de fracaso escolar. Su excusa puede ser que estos resultados no son de su competencia. Mejor que mejor, porque la buena educación comienza en la cuna y su herencia son unas guarderías gravemente estropeadas.

 

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