Rosa Cullell y Joan Matabosch: “Madrid está de moda, pero Barcelona estallará en cualquier momento”
La ex directora general del Liceu y el director artístico del Teatro Real debaten sobre los modelos de los dos teatros y de las dos ciudades, con ritmos desde hace años muy distintos
1 julio, 2023 23:30Noticias relacionadas
Dos teatros de ópera, dos modelos y dos ciudades distintas. Madrid y Barcelona compiten, pero también colaboran. Metrópoli ha organizado un debate con dos personalidades que conocen bien lo que ha pasado en los últimos años en las dos grandes urbes de España. Rosa Cullell, periodista de largo recorrido, fue directora general adjunta de La Caixa, y directora de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, y Consejera Delegada del grupo de comunicación portugués Media Capital. Pero guarda con gran estima su paso por el Gran Teatre del Liceu como directora general. Joan Matabosch fue director artístico del Liceu desde 1997 a 2013, y en ese momento se incorporó al Teatro Real, en Madrid, también como director artístico. Los dos coinciden en una realidad y en un augurio, que muestra también que el punto de partida es diferente: “Madrid está de moda, pero Barcelona estallará en cualquier momento”.
En la conversación con Metrópoli se apuntan diversas cuestiones sobre cómo ha llegado el Teatro Real a ser la gran referencia de la ópera en España, a pesar de que la tradición y la fuerza económica la tenía el Gran Teatre del Liceu. Rosa Cullell y Joan Matabosch conocen la realidad social, económica y cultural de las dos ciudades, y lo que se apunta es que el haber sido, “o el ser”, no garantiza el futuro, si la propia ciudad no apuesta por sus instituciones culturales. Ello va a caballo con la confianza en la propia sociedad, con el potencial que ofrece su talento local y el que se pueda conseguir de fuera. “Damos por descontado que el Liceu seguirá, y en Madrid no se ha dado esa circunstancia. Se ha hecho un esfuerzo, se han tomado unas molestias para aprender ópera, que es importante para la cultura española. En Barcelona la ópera estaba en la sangre de la sociedad catalana, pero en Madrid hay entusiasmo. Se va Madrid a escuchar ópera”, asegura Rosa Cullell.
Esa relación también se da en sentido contrario. Joan Matabosch precisa que “también hay muchos abonados que van de Madrid a Barcelona a escuchar ópera en el Liceu. Y eso es una buena noticia para los dos teatros. Pero en Madrid se ha hecho un esfuerzo, no ha habido una preocupación por problemas identitarios, y está de moda, da gusto. El Real ha sabido jugar sus cartas y convertirse en imprescindible. En Barcelona se da por supuesto que el Liceu siempre va a estar, y que forma parte del ADN, y eso no es verdad. Se necesita siempre el estímulo, la ilusión”.
En la conversación aparecen otras cuestiones, como la creatividad artística, la necesidad de tomar riesgos, y la propia financiación de las instituciones culturales. Cullell recuerda que en su etapa el patrocinio privado era más importante que ahora. Y Matabosch lo corrobora: “Era el doble que el del Real y ahora es inferior. Cuando se produce un crack en el patrocinio privado se nota, y eso tiene que ver con las dinámicas de las dos ciudades”.
Rosa Cullell entra más a fondo al considerar que las administraciones deben entender que las instituciones culturales actúan como bandera, como emblema de las ciudades. “Me frustra mucho el ‘tot està bé’ y el ‘ya lo hará alguien’. Porque las cosas hay que apoyarlas, y también desde las personas individuales. No se puede pensar que te lo harán todo, hay que mantener los presupuestos y es importante que eso se entienda. La ciudad de Barcelona debería llevar el Liceu en una bandeja”.
Esa cuestión la remacha Matabosch con el ejemplo de Madrid y la influencia de los partidos políticos. “El cuidar de las instituciones culturales no puede depender del color político de partido. Me parece que eso sería una tontería. Los equipamientos culturales son cruciales y no hay tantas instituciones del peso del Real o del Liceu. Madrid, de hecho, tiene más instituciones de ese nivel. En el Real algunas administraciones que aportaban recursos no estaban en el patronato de la fundación. Era el caso del Ayunamiento de Madrid. Y resulta que quien lo metió en el patronato fue Manuela Carmena, una alcaldesa de las izquierdas. Luego, lógicamente, el PP se mantuvo”.
Cullell insiste en eso: “Lo que no puede ser es que un cambio político comporte cambios en la dirección general o en la dirección artística de un teatro. En otras ciudades no pasa. La ópera no es de nadie. Es de todos”.
Los dos ejecutivos, que han gestionado instituciones culturales, --Matabosch sigue en la brecha como director artístico del Real—consideran que lo realmente importante para Madrid y Barcelona es que, “de una vez”, se apruebe una Ley de Mecenazgo “ambiciosa”, que lleve a las personas individuales a apostar por las donaciones a instituciones culturales. “Se da dinero por desgravación fiscal, como en Estados Unidos, sí, pero también por ilusión, porque se genera un clima que invita a ello. Y creo que hay muchas personas individuales que podrían aportar. Pero o hay una buena ley o no va a prosperar” (la ley se aprobó en abril en el Congreso y estaba pendiente del trámite en el Senado cuando se disolvieron las cámaras para las elecciones generales del 23 de julio).
Joan Matabosch muestra su escepticismo: “Para que funcione una ley de mecenazgo es importante una tradición previa, y no hay conciencia de que es posible donar. Eso va a llevar un tiempo”. De alguna forma, y aunque representa otro modelo, el Teatro Real ha buscado esa financiación más particular con un bono para los días de estreno, donde se paga el doble que en el resto de funciones de una determinada ópera.
El director artístico del Teatro Real apuesta, en todo caso, por el crecimiento de las dos ciudades: “Madrid está estupendamente, pero Barcelona va a estallar en cualquier momento. Madrid está en un punto muy alto, excepcional, pero eso no debe impedir que Barcelona también llegue a esa cima. No son vasos comunicantes. Las dos pueden contribuir a subir juntas”.
El contrapunto lo pone Rosa Cullell, conocedora de la sociedad barcelonesa –muy crítica con el proceso independentista– y que entiende que deben cambiar muchas cosas todavía. “Barcelona es una ciudad cultural, antes y ahora. Las temporadas en los dos teatros nunca son iguales. Y han sido y son maravillosas. Pero creo que el Ayuntamiento de Barcelona –ahora con el alcalde Jaume Collboni– y la Generalitat se deben tomar en serio los grandes equipamientos. En Barcelona falta dinero en las instituciones culturales y no se va hacer nada de forma aislada. Las cosas excelentes necesitan dinero”.