El presidente del Gremi de Pastissers, Antoni Bellart Colinas, ha permitido que el Museo del Chocolate de Barcelona presente un aspecto desagradable y deplorable a causa de la plaga del insecto lasioderma serricorne, también conocido como escarabajo de cigarrillo, que devora el chocolate y hace que las figuras expuestas den asco desde la vista hasta el estómago. Fruto del abandono y la falta de mantenimiento, es una lástima que se vea tan dejado de mano de los dioses un museo que el año pasado recibió la visita de más de 80.000 personas, en su mayoría turistas y bastantes grupos escolares.
Situado en el Born, pretendía ser un monumento al chocolate y un recordatorio y memorial de algunos pasteleros históricos y de la golosa tradición de los barceloneses. Después de años de remodelación, abrió sus puertas el 2000, con más de treinta figuras como la La Piedad, del maestro Lluís Muixí. Otras se restauran y algunas se han retirado para sustituirlas por nuevas piezas, como el elefante de cien kilos de chocolate del maestro Lluc Crusellas. A pesar de todo, el equipamiento no ha logrado conectar ni interesar a los barceloneses ni a los catalanes de comarcas, aunque rinde homenaje a grandes e históricos pasteleros Barcelona y de Catalunya. Dueño de una famosa pastelería tradicional desde 1952, Antoni Bellart es un maestro con fama de saberlo todo del arte y la cultura de su oficio. Precisamente por esto, le toca evitar que el Museo del Chocolate no acabe en panteón.