El Museo del Chocolate de Barcelona se 'derrite'. Una clara falta de mantenimiento por parte del equipamiento se hace visible en su interior, que contrasta con la cuidada apariencia de la cafetería colindante al museo: varias de las figuras expuestas llevan tiempo carcomidas por una plaga de insectos. La conservación del material protagonista de este espacio es la asignatura pendiente del equipamiento barcelonés, que el año pasado atrajo a 81.000 visitantes de todo el mundo, la mayoría de ellos extranjeros, atraídos por el aroma de chocolate.

Sin embargo, una vez dentro del museo, la vista no conmueve tanto como el olfato. La decepción es palpable entre muchos de los asistentes, que destacan en algunas de las reseñas en internet su mala experiencia tras adentrarse en el supuesto templo del chocolate barcelonés.

PLAGA DE INSECTOS

El Museo del Chocolate abrió sus puertas por primera vez en la capital catalana el año 2000, como una iniciativa de los miembros del Gremio de Pastelería de Barcelona, dedicado en exclusiva a la historia del chocolate, desde sus orígenes hasta el día de hoy.

En su interior cuenta con 35 figuras --tanto expuestas como en proceso de restauración--, algunas de ellas con más de 40 años de vida (como la pieza de La Piedad, de Lluís Muixí). Un hecho visible para los visitantes del museo, que tras haber pagado seis euros por la entrada se encuentran con claros signos de falta de mantenimiento. Una problemática que se remonta a antes de la pandemia y para la que la dirección del equipamiento --renovada desde principios de año-- ya busca soluciones.

Figura en mal estado del Museo del Chocolate de Barcelona / GALA ESPÍN

Se trata de las figuras con más historia de la exposición, para las que el tiempo ha pasado factura. Algunas de ellas están completamente carcomidas, con pequeños agujeros y zonas desgastadas que demuestran la presencia de una plaga de insectos invasora: la lasioderma serricorne, comúnmente llamado escarabajo de cigarrillo. Se trata de un tipo de parásito muy habitual en alimentos almacenados o cerrados durante mucho tiempo, como en el caso de las figuras del museo. 

Pese a que el equipamiento cumple con unas medidas de conservación --la temperatura de la sala siempre es la misma y las figuras están protegidas por unas vitrinas de vidrio-- parece no ser suficiente. 

PRUEBA PILOTO

Para el museo, estas figuras de chocolate forman parte de un legado que no quieren perder. "Estamos trabajando en un nuevo tratamiento para eliminar las plagas de algunas de las figuras, pero garantizando su conservación", aseguran desde la dirección, que ha puesto en marcha una prueba piloto que, en un principio, no estropea el chocolate ni la figura. Desde el centro aseguran que aquellas que estaban en peor estado han sido retiradas, para dar paso a nuevas "esculturas", entre ellas, la última que ha llegado al museo: el elefante de 100 kilos de chocolate de Lluc Crusellas.

Restos de insectos en una de las figuras del Museo del Chocolate de Barcelona / GALA ESPÍN

La prueba consiste en dos fases diferentes: una primera de retirada del parásito --que en muchas ocasiones se origina dentro de la propia figura-- y una segunda de restauración, más sencilla por la moldeabilidad del material. 

RETOS DEL MUSEO

Algunos usuarios valoran positivamente el museo, pensado para un público infantil. Otros, en cambio, se muestran decepcionados tras salir después de visitarlo. Destacan los aspectos mencionados de decadencia del equipamiento. Detalles que poco a poco han ido relegando el Museo del Chocolate de Barcelona a un espacio para turistas y grupos escolares, que centran la mayor parte del tiempo de la visita en las actividades que el mismo centro ofrece desde su inauguración.

Figura en mal estado del Museo del Chocolate de Barcelona / GALA ESPÍN

Ahora el museo debe reinventarse, un objetivo para el que ya se está trabajando. Tras el cambio en la dirección a principios de año, las necesidades más urgentes del centro han sido puestas encima de la mesa. Algunas de ellas, incluso, ya se están ejecutando, como aquellas relacionadas con la mejora de la imagen. Un aspecto que desde la dirección esperan que no afecte a las cifras de visitantes de este año, para el que auguran números similares a años prepandémicos.

De momento, quien se adentre en el templo del chocolate barcelonés contemplará figuras casi derretidas por el paso del tiempo, gravemente afectadas por la plaga del insecto lasioderma. Hasta ahora, su decadente imagen no ha impedido que los turistas accedan a pagar la entrada del museo, estratégicamente situado en el barrio Gòtic, donde abundan los extranjeros dispuestos a gastar dinero en busca de entretenimiento. La asignatura pendiente actual de la nueva dirección del equipamiento es, precisamente, cautivar al público local, que apenas conoce este espacio que rinde homenaje a la larga lista de pasteleros de la ciudad y de Catalunya.

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