Escribe Xavier Matilla en su red social: "Como arquitecto jefe de la ciudad de Barcelona, he sido el responsable de la definición del modelo urbano de la ciudad así como de las estrategias y proyectos que se han desarrollado con el objetivo de conseguir una ciudad más saludable, más amable y más justa. De este periodo destaca la "Superilla Barcelona" reconocida internacionalmente como una estrategia efectiva…”, etc, etc.  El resto, autobombo y demagogia. Resultado: además de dejar una ciudad menos saludable, menos amable y menos justa, resulta que su bodrio es ilegal y la Justicia ordena rehacer todo lo que hizo. Protegido de la concejala Ada Colau, imputada por presuntos delitos de malversación, prevaricación y tráfico de influencias, Jaume Collboni le expulsó rápidamente al tomar posesión como alcalde.

Miembro de la corte de incompetentes sectarios, los destrozos de Matilla y los recursos par evitar que él, Colau y Janet Sanz no vayan a dar al banquillo costarán una millonada que pagará la ciudadanía. Y los trabajos para desmantelar la chapuza estelar del súper arquitecto valdrán incalculables millonadas que volverá a pagar la ciudadanía. Ya advirtieron Barcelona Oberta y Foment del Treball que en este asunto “ha pesado más la ideología que la legalidad”, y han lamentado que "su manera de hacer haya sido fruto del autoritarismo y no del entendimiento o la voluntad de sumar". Después de las superillas, vendrán los proyectos de La Meridiana, Glòries, Via Laietana… Pero el genio que quería arrasar el Eixample de Cerdà seguirá dando clases de arquitectura en la universidad y no pagará ni un euro de su bolsillo.