Jordi Clos Llombart, presidente del Gremi d'Hotels aferrado al cargo y de Turisme Barcelona, no facilita información y no se posiciona sobre la sequía. Resulta extraño en un personaje que siempre es noticia por su influencia, sus hoteles llenos de arte y su museo egipcio. Empresario hotelero, ha abandonado la transparencia ante que los hoteles superan el límite de consumo de agua impuesto al resto de la ciudadanía. Así por ejemplo, en 2016 los turistas alojados en hoteles de lujo ya gastaban 373 litros al día frente a los actuales 171 litros diarios de los residentes. Sectores como la ganadería o la industria sufren el Plan de Sequía, pero el gobierno autonómico ha dejado al sector turístico fuera de su desgraciado plan y pasa el control a los ayuntamientos. Negocios como los gimnasios se quedan con menos o sin duchas, pero el turismo de lujo puede nadar en la abundancia acuática.
Mientras Clos llora por las restricciones de la sequía en el sector turístico, muchos le afean no haber hecho los deberes desde el gremio reduciendo el consumo del agua a lo largo de un año seco. En otras partes de Catalunya las asociaciones hoteleras sí han evitado la catástrofe rellenando las piscinas con agua de mar.
Clos, ahora preocupado, andaba entretenido estos meses reunido con Collboni para ultimar los detalles de un pacto que permita a los hoteleros de siempre esquivar la moratoria hotelera de Colau y levantar nuevos negocios en Ciutat Vella. También ha estado ocupado el veterano empresario con su nombramiento al frente de Turisme de Barcelona y reestructurando su equipo con cuestionables fichajes. Mientras acumula cargos, no cede a sus hijos las riendas de Derby Hotels Collection, una sucesión que lleva años encima de la mesa.
Los detractores de Clos son cada vez más numerosos en la ciudad, quienes no perdonan que trasladara el domicilio social de sus hoteles a Madrid en pleno procés y haya hecho negocios a través de una de sus empresas con el alquiler del local donde se ubica la sede de Turisme de Barcelona.