Un ciclo político que se acaba, sin que ello quiera decir que Núria Marín no asuma otras responsabilidades políticas a corto plazo. Pero su etapa como alcaldesa de L'Hospitalet finalizará este 15 de junio, cuando tome el testigo el actual concejal David Quirós. El PSC repite una fórmula que ha sido exitosa: dar la alternativa a un dirigente socialista para que, desde la institución, pueda darse a conocer y preparar su candidatura para las próximas elecciones. Lo hizo Joan Clos, para dar paso a Jordi Hereu, en Barcelona. Y, de hecho, el propio Clos asumió la alcaldía cuando se la cedió Pasqual Maragall, que se fue a Roma para pensar en su futura candidatura a la presidencia de la Generalitat.
El caso es que Marín ha protagonizado una de las transformaciones de más envergadura que se conoce en una ciudad. Con las bases ya puestas, en un proceso en el que ella misma participó como primera teniente de alcalde --con la alcaldía de Celestino Corbacho-- Marín ha visto cómo L'Hospitalet pasaba de ser una ciudad dormitorio a acoger a jóvenes parejas y profesionales que valoran una urbe con servicios, muy densa, sí, pero vivible.
La alcaldesa dejará el cargo, y, al margen de los cambios en la segunda ciudad de Catalunya, deja un legado marcado por su apuesta por el consenso. Hay posibilidad de acuerdo, de entendimiento entre instituciones, más allá del color político. Marín lo ha practicado. Y se ha enfrentado, también, cuando lo ha considerado, fuera el Govern de la Generalitat o el Gobierno central, o, incluso, el Ayuntamiento de Barcelona, cuando entendía, bajo el mandato de Ada Colau, que no asumía su responsabilidad de liderazgo.
El PSC, su partido de siempre, contará con ella. Y ella seguirá fiel al partido. En esa relación ha creído siempre Núria Marín.