Marc Calabia, consejero delegado de Pronovias, ha copado las páginas de la prensa económica esta semana. El directivo dirige la firma nupcial desde septiembre de 2023 y esta semana ha tomado su primera gran decisión: echar sin contemplaciones al 25% de los trabajadores del cuartel general de El Prat de Llobregat.
La medida es tan drástica como dramática es su secuela. La confeccionista de trajes de novia lleva seis años consecutivos en pérdidas. Desde que la británica BC Partners compró por 550 millones de euros el negocio de Alberto Palatchi, todos sus balances han estado marcados por el color rojo.
Antes de esta transacción, la casa de moda navegaba a velocidad de crucero, con una facturación de 160 millones y un beneficio de 60. La cúspide de la tragedia se alcanzó en 2022, cuando Pronovias perdió la demoledora cifra de 350 millones.
Para recuperar el brillo perdido, la casa textil confió las riendas de la dirección a Marc Calabia, que entonces capitaneaba la firma Springfield. Anteriormente había trabajado en distintas casas de moda: Desigual, Levi Strauss y The Body Shop; y aterrizó en Pronovias con la aureola de gestor de grandes firmas textiles multinacionales.
Aunque no se le puede achacar toda la responsabilidad por la desdichada situación económica que atraviesa Pronovias, en 2023 la firma tampoco pudo remontar el vuelo. Sus ingresos se hundieron un 9%, hasta 136 millones, y siguió sumida en un pozo insondable de quebrantos. En esta ocasión, el castañazo fue de menor impacto que en años anteriores, y las pérdidas se cifraron en 'solo' 98 millones.
Ante este panorama, el ERE del Prat de Llobregat puede ser el inicio de un tortuoso camino que, al día de hoy, parece que no tendrá final feliz. En la sede del municipio metropolitano, que precisamente mandó construir en su día el fundador de la compañía Alberto Palatchi, hoy se respira un ambiente desolador.