El veterano dirigente político, con una carrera ligada en casi su totalidad al PSC, y enrolado en los últimos años a ERC, mantiene una enorme distancia con sus excompañeros socialistas. Asegura que el PSC es hoy “un socialismo conservador”, que no ha sabido entender los nuevos tiempos, y que no afronta el “verdadero problema” en Catalunya, “el conflicto político” con “el Estado español”. Eso le lleva a rechazar la posible entrada de Esquerra en el gobierno municipal de Jaume Collboni. Y ha llegado a decir que los socialistas son “los adversarios, casi desde un punto de vista físico”.
Maragall está fuera del Ayuntamiento de Barcelona. Pero se niega a que lo tilden de expolítico, ya que él considera que seguirá haciendo política siempre. Y los consejos que pueda ofrecer, o los que escuche el partido, irán dirigidos a marcar una frontera clara con los socialistas. En la votación para decidir qué debe hacer el partido en Barcelona, si gobierna o no con Collboni, él no tiene claro: “no ahora, ni así”. ¿Cuándo, entonces? Ya se verá. Maragall utiliza frases subordinadas, ofrece mensajes completos. Eso está bien, porque la política actual exige esa complejidad, pero, finalmente, algo habrá que decidir. Y Maragall no se pronuncia, más allá de mantener ese enorme muro con su ex partido.