Jordi Clos
Los hoteleros están en pie de guerra. Rechazan que se incremente la tasa turística, al entender que perjudica al sector y lo hace menos competitivo. Jordi Clos es el presidente del Gremio de Hoteleros de Barcelona. En sus últimas comparecencias públicas ha dado cuenta de la buena salud de los establecimientos en la ciudad, con más ingresos, a pesar de un pequeño descenso de turistas. Es decir, hay un mayor margen de beneficio.
Eso es bueno para todo el sector y para la propia ciudad. Más margen es lo que se pedía en los últimos años, sin recurrir, por tanto, a más y más turistas. Ganar sin ahogar la ciudad con una afluencia masiva de turistas.
En paralelo, el Ayuntamiento de Barcelona ha cerrado la puerta a los pisos turísticos. El alcalde Jaume Collboni ha señalado que en el horizonte de 2029 no se renovarán las licencias turísticas, con el objetivo de que esos casi 10.000 pisos puedan formar parte de la oferta de vivienda residencial, dada la falta de oferta existente.
El mensaje por parte del consistorio es claro. El turismo debe encauzarse a través de establecimientos hoteleros, pensiones o apartahoteles. De forma implícita, eso implica que las administraciones podrán subir la tasa turística para compensar las externalidades negativas de un turismo de masas en una ciudad como Barcelona.
Más negocio para los hoteles, prohibición para los pisos turísticos, pero con una tasa turística con la que el Ayuntamiento o la Generalitat puedan dotar un fondo destinado, por ejemplo, a la vivienda pública.
El sector, sin embargo, no ha entendido el mensaje. No lo quiere ver. Y se niega a que esa mayor tasa vea la luz verde. El argumento es que Barcelona se convertiría en la ciudad de Europa con el impuesto turístico más alto de Europa, superando a ciudades como París o Roma.
¿No hay posibilidad de un consenso? El Ayuntamiento –y no le faltan críticas por ello—ha decidido frenar una de las competencias directas de los hoteles: los pisos turísticos gestionados por plataformas digitales.
¿Qué ofrece el sector hotelero? Por ahora rechazo a una tasa turística que no la pagan los establecimientos, sino los propios turistas, que desean, pese a todo, vivir una experiencia en una de las ciudades más fascinantes del mundo.
