Michael O'Leary
Los huecos se cubren. Siempre. El mercado tiene esas cosas. Y la política de continuas advertencias de Ryanair puede tener un límite. Su CEO, el arrojado Michael O’Leary, se ha enfrentado a Aena, y la empresa que gestiona los aeropuertos españoles se ha plantado. No cederá ante lo que considera una intransigente estrategia de la compañía de bandera irlandesa.
¿Y qué ha sucedido? La low-cost que lidera el señor O’Leary ha decidido recortar un millón de asientos en España durante la temporada de invierno, lo que incide en muchos aeropuertos regionales, pero también en Barcelona.
Vueling, que ya es fuerte en el aeropuerto de El Prat, se ha movido con celeridad. Y reforzará su oferta en Santiago de Compostela y Tenerife Norte, dos de las bases más afectadas por la decisión de O’Leary.
Tal vez esa política de reproches, de buscar subvenciones y recortes en las prestaciones de Aena con el argumento de que se mueven muchos pasajeros, ha llegado al final.
Si Ryanair quiere mantenerse debe ofrecer, primero, un mejor servicio. Y también lo deben exigir los propios viajeros, aparcando ya de una vez ese doble comportamiento que han mostrado en los últimos años frente a la compañía irlandesa: cierta resignación y pagar lo menos posible.