Los primeros pasos del Grupo De Prado se remontan a 1831, cuando comienzan su andadura en el sector agrícola en la localidad jienense de Baena, considerada la cuna del aceite. Su evolución ha sido constante durante estos casi dos siglos, basándose sobre todo en la innovación, eficiencia y sostenibilidad, pero sin perder en ningún momento la tradición familiar y los valores con los que partió en aquella época.
La experiencia de tantos años le ha dotado de los recursos y conocimientos precisos para convertirse en toda una referencia en el cultivo de olivos y almendros, hasta el punto de llegar a ser en la actualidad el principal productor de aceite del mundo. Hay varios factores que explican este liderazgo, entre ellos la puesta en marcha de sistemas de producción mecanizados y muy rentables. También influye la elección estratégica de zonas con una abundante disponibilidad de agua que ayudan al adecuado desarrollo del olivo y sus frutos.
La internacionalización del negocio, clave en el crecimiento del negocio
En estos casi 200 años el Grupo De Prado ha ido creciendo de manera sostenible, aprovechando las oportunidades y superando todos los desafíos con los que se fue encontrando por el camino. Uno de los momentos más importantes en su historia fue en el año 2000, cuando optan por emprender una nueva aventura dando el salto al exterior. Deciden expandir sus operaciones a países como Portugal, Chile y Estados Unidos, mercados en los que consiguieron un mayor desarrollo y oportunidades de negocio.
Esa internacionalización es un fiel reflejo de la filosofía del grupo, empeñado en mantener la excelencia y la calidad en cada paso que dan. Pero más allá de la expansión geográfica, el compromiso es constante con esos valores que le han hecho ser todo un líder en la industria del aceite, como la innovación, eficiencia y sostenibilidad. Siempre teniendo muy presentes las tradiciones, pero sin descuidar el crecimiento que exige un mercado agrícola cada vez más exigente.
El Grupo De Prado no solo es un referente en cuanto a la producción de aceite de oliva virgen a nivel mundial. Además de comercializar el ‘oro líquido’ en unos cuantos países, también dispone de una amplia gama de productos procedentes de la aceituna y la almendra, como son las aceitunas de mesa y almendras.
Más de 30.000 hectáreas de olivos y almendros
El crecimiento del negocio ha sido constante, pero también sostenible. Hasta el punto de llevarlos a gestionar en la actualidad más de 30.000 hectáreas plantadas de olivar y almendro en España, Chile, Portugal y Estados Unidos. De ellos, algo más de 18.000 se destinan a la producción de aceite de oliva, en lo que representa un claro compromiso con este cultivo. Al año se muelen 200 millones de kilos de aceitunas, empleando para ello los sistemas tecnológicos más sofisticados y siempre con la supervisión del maestro de almazara. Esa apuesta por los sistemas mecanizados de última generación permite que la mayor parte de la superficie cultivada esté en plena producción.
La ambición los lleva a seguir creciendo, y el próximo objetivo pasa por incrementar las 12.000 hectáreas de pepita de almendra con el propósito de convertirse en un destacado actor en el mercado internacional del grano de almendra.
De momento, los distintos productos que salen de sus tierras llegan a más de 25 países de los cinco continentes.
Siempre comprometidos con el medio ambiente y la sostenibilidad
La empresa también concede gran relevancia a la sostenibilidad y al cuidado del medio ambiente. Por eso impulsan soluciones innovadoras para reducir lo máximo posible su efecto en el entorno. Su estrategia se centra sobre todo en principios esenciales que se conservan a lo largo de los distintos procesos productivos.
Trabajan con el objetivo de usar los recursos de forma responsable, reduciendo el desperdicio y garantizado su empleo eficiente en las distintas fases de la producción. También llevan a cabo proyectos orientados al ahorro y a la eficiencia energética, con el ánimo de minimizar el consumo de energía y potenciar fuentes de energía más limpias y renovables.
A ello se le une, además, el máximo aprovechamiento de los subproductos generados en sus procesos. En vez de convertirse en residuos, se les da una segunda vida para reutilizarlos de manera responsable y así reducir el impacto ambiental.
Estas iniciativas forman parte de la estrategia del Grupo De Prado, que mantiene un claro compromiso con el cuidado y preservación del medio ambiente. Con dichas acciones se sientan las bases de un modelo reconocido y equilibrado, en donde sostenibilidad y actividad agrícola van de la mano.
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